martes, 7 de julio de 2020

No somos todos iguales



Tranquis, que no vengo a soltaros una chapa neonazi ni nada que se le parezca, solo un poco de filosofía de la que me gusta, de la de hacer pensar. No sé vosotros, pero yo me crié escuchando esa frase seudobuenista de que "todos somos iguales". Tal vez no en el sentido de que seamos clones, pero sí en el sentido de que quien sea guapo y fuerte, será más tonto, o quien sea listo e ingenioso, igual le gana la pereza demasiado a menudo. Debo decir que la cantidad de caracteres que conforman a una persona es tan amplia que, por simple entropía y probabilidad, esto tiende a ser más o menos así. Sin embargo... todos sabemos que en los extremos de la campana de Gauss se dan circunstancias poco probables, pero existentes; y muy, muy crueles.

Pero tampoco vengo a hablar sobre ese matiz. Ayer le estuve dando más y más vueltas al tema del valor del dinero y a cuánto odio los robos. Y más allá de eso se halla el máximo exponente del concepto del robo, que es la corrupción. Así que sí, vengo a hablar de dinero, de desigualdades, y de dinero, y de verdades que puede que escuezan a más de uno.

Estoy casi seguro de que todos habréis escuchado alguna vez esa mítica discusión sobre los impuestos; aquello de:

"-¡Los ricos deberían pagar igual o más que los pobres, que para algo tienen dinero de sobra!

-No, porque si les subes los impuestos, entonces se llevarían su riqueza a otro país."

Aaahh... un tema muy complicado, trataré de abordarlo desde un punto de vista simplificado. Por lo pronto, voy a simplificar diciendo que para mí un rico es un empresario currante y moderadamente honrado; no meto aquí a su hijo mimado ni a su pareja mantenida, hablo solo de esa persona que se levanta a primera hora del día para que su negocio prospere, con la esperanza de, algún día, poder dejarlo en manos de otra persona y vivir de las rentas.

Sí, existe gente así. No todos son gente que han heredado una fortuna y que se dedican a maltratar a cientos de empleados mientras engullen billetes en un traje caro diciendo "oink, oink".

¿Por qué se crean estas desigualdades de impuestos? Bueno, yo no he estudiado economía ni política, pero apostaría a que se tratan de incentivos para potenciar las empresas más grandes. Toda empresa se convierte en un motor económico para el Estado, y las más grandes empresas, en verdaderos pulmones, pues toda transacción genera impuestos. Pero entonces... ¿qué pasa? ¿Acaso el rico es más que el pobre, y por eso se gana ese incentivo para pagar menos? Bueno... es complicado; tal vez no sea "más" a los ojos de los dioses y los hombres, o a los ojos del universo. Sin embargo, debido a que la sociedad está montada como está montada, la respuesta rápida es un "sí". La respuesta compleja es un... "sí, pero...". ¿Cuál es el pero? Bueno, creo que todos sabemos que en nuestro mundo, se suelen premiar los sacrificios personales cuando se hacen con inteligencia. Cuando una persona invierte tiempo y esfuerzo en formación (una carrera o similar), se distinguirá del resto y tendrá mayores posibilidades de acceso a trabajos mejores pagados (y recalco lo de las mayores posibilidades, ya sé que las cosas están ahora más complicadas que nunca para entrar en el mercado laboral). De igual manera, una persona que invierte tiempo, esfuerzo, y un considerable sacrificio económico en fundar una empresa, se está arriesgando un huevo, y sobre todo si no tiene experiencia. Después de montar la empresa, toca tener un buen modelo de negocio, perseverar, enfrentarse a constantes fracasos, etc., etc.

Como esta publicación no va exactamente sobre empresas, voy a dejar esta sub-trama aquí, y a centrarme en el tema. Cuanto más invierte una persona en sí misma, más se distingue, y más poder obtiene a la hora de generar valor para la sociedad. En ese sentido, creo que es totalmente coherente que alguien que se esfuerce y se dedique constantemente a invertir en sí mismo (su empresa, en este caso), tenga cada vez mayor posibilidad de conseguir un buen salario, y en definitiva, poder.

Pero... ¿sabéis qué? Que no es oro todo lo que reluce. Como bien dijo Ben Parker, "todo gran poder conlleva una gran responsabilidad". Y... oh, sí, eso también se aplica al mundo real, no solo a los superpoderes. Cuando has invertido mucho en ti mismo y "sabes mucho", vas poco a poco convirtiéndote en una autoridad de tu campo, sea como empresario, como investigador, o como profesional de cualquier campo. Un médico de 60 tacos que lleve toda la vida estudiando y formándose será una auténtica eminencia en su campo... pero eso no le da derecho a mentir en un diagnóstico al saber que nadie lo va a pillar, ¿verdad? Un mecánico que tenga aceite de baterías corriéndole por la sangre de la de años que lleva arreglando coches seguramente sabrá un montón pero, ¿le da eso derecho a estafar a un cliente que se fíe de su buen criterio ante un caso complicado? ¿Os suena eso de que en el país de los ciegos, el tuerto es el rey? Pues cuanto más escalas en cualquier árbol del conocimiento, más cuenta te das de la cantidad de ciegos que hay, y más tuerto te vas volviendo.

Resulta que hay mucha gente que empieza emprendiendo en base a un sueño (incluso si ese sueño es tan insulso como "hacerse rico"), pero muchos de ese mismo grupo acaban perdiendo la perspectiva. El poder corrompe, que se suele decir. Como decía al principio, es complicado, pero si me pusieran una pistola en la cabeza posiblemente yo me decantaría por que me parece justo que un gran empresario pague menos impuestos, como incentivo a quedarse en ese país y a seguir ejerciendo su labor. Pero claro... siempre y cuando eso no te convierta en un hijo de puta. Si resulta que ese % de impuestos que te estás ahorrando no lo compensas con ética, y encima lo utilizas para lavar y robar pasta... entonces no solo no mereces ese trato especial que tan duramente te has ganado, sino que lo que mereces es un babuchazo empapado en mierda por la cara.

Como siempre, esto es una opinión personal. Quién sabe... igual dentro de unos años pienso algo diferente.

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