Lucía entró en la comisaría, con su enorme mochila cuadrada y un paquete que sentía casi igual de grande entre las manos. Sus ojeras rivalizarían con el bolsillo de una mamá canguro, pero era algo a lo que estaba ya acostumbrada. Al llegar, se dirigió al mostrador de recepción, y dejó caer el pesado paquete.
-Muy... buenas, soy la mensajera de de Tuvo. Les traigo un paquete... y tengo que recoger otro, a nombre de Manuel Pérez. Corre... prisa...
-¿Manolo? Mira, mira, ese que está saliendo de la sala de interrogatorios ahora mismo. -El agente de la ley señaló en una dirección que le resultó un tanto ambigua dado su intenso agotamiento. Por suerte, los gritos guiaron su mirada hacia el lugar indicado.
-¡Mira, flashed, que no te ralles tanto! ¡Que a mí me da igual quién atracara a quién, los cosplayers son sagrados! ¡Responde al maldito cuestionario, y si no te gusta, no me ralles más la cabeza y pírate!
-¡¿Que me pire?! Pero... ¡¿no estoy arrestado?! -Una desconocida y perturbada voz respondió al tal Manolo.
-¡Según la reforma 27 del 2032, artículo 13, párrafo 2 emoji de corazoncito con la lengua fuera, es ilegal retener a nadie en contra de su voluntad a menos que haya incurrido en un delito de la grandísima puta! ¡Camina hacia la puerta, y se abrirá sola! -Además de agotada, Lucía estaba algo asustada entre tanto grito, pero todavía tenía mucho trabajo.
-Esto... ¿Manuel Pérez?
-Me llamo -respondió con inusitada cortesía.
-Soy la mensajera de Tuvo. Debo recoger un paquete suyo... ya...
-Ah, sí. -El policía gritón caminó hacia su escritorio, y sacó unos cuantos papeles y un par de cajas pequeñas-. Mira, son para la sede de Foopple, pero no te preocupes que no corre prisa.
-A mí... todo me corre prisa... En mi trabajo... todo corre prisa... -Lucía sintió palpitar su ojera izquierda, mientras la deslumbraba la luz del habitáculo.
-Estos de Tuvo, siempre con quejas... Mira, que por lo menos tienes trabajo, ¿eh? Pues nada, si tanta prisa tienes, corre, que tengo mucho papeleo por delante con el flashed este.
Lucía hizo firmar a Manuel un par de sencillos formularios, cargó su mochila con lo que le entregaban, y salió disparada como alma que lleva el diablo... metafórica, y literalmente, pues sentía su alma más fuera que dentro de su desgastada carcasa. Una vez fuera de la comisaría, montó en su bici y puso en orden el GPS para la oficina de Foopple.
-Tu destino está a 15 kilómetros, mayoritariamente cuesta arriba. A menos... ¡que te decidas a hacer una paradita de nada para tomarte un café con tu cara dibujada! En tal caso, ¡desbloquearás la ruta Premium, que consiste en 2 kilómetros cuesta abajo!
¿Cuesta arriba? ¿Cuesta abajo? Ya nada tenía sentido. Lucía llevaba 9 días acarreando paquetes sin apenas descansar, poco le importaba el Premium o el Hostium, no podía pagarlos. Solo quería terminar el turno e irse a la cama... 3 días más, y se ganaría uno de descanso para dormir a pierna suelta. Quizás... hasta tuviera suerte, y acabara soñando con aquel muchacho tan guapo con el que coincidió una vez en la lavandería. "Mentalidad positiva, ¡tú puedes con esto y más!", resonaron las palabras del coacher de la empresa, desde un tiránico rincón de su cabeza. Puso en marcha la opción de 15 kilómetros mayoritariamente cuesta arriba, y empezó a pelearse con la caótica circulación de Madrid. Sí... tres repartos más, y podría irse a casa. Apenas tendría tiempo para comer antes de coger la cama, pero la idea la mantenía motivada. Dormir... dormir... dormir... Lucía solo escuchó un fuerte pitido, pero no sintió nada de lo que vino después.
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