jueves, 21 de mayo de 2020

Todo vergonzoso.


Simplemente quiero dejar constancia aquí de que, aunque la "rebelión de los pijos" me ha parecido algo aberrante, vergonzoso en el sentido más estricto de la palabra, infantil, y un atentado contra la sanidad pública, el predecible contraataque me parece casi igual de malo (y digo casi igual porque las peleas por redes sociales no propagan virus).

Dicho de otra manera... ¿está mal que la gente salga a la calle para quejarse de... "algo", en plena cuarentena, sencillamente porque les ha salido de las pelotas? Sin duda, es un auténtico crimen social. Pero... ¿justifica eso que surja toda una corriente de odio contra ellos, en boca de "los pobres"? Por supuesto que no. Eso sigue siendo lucha de clases, polarización social, otra manera de inmadurez que provoca otra clase de vergüenza ajena, y otra lacra social que da una idea muy clara de la pasta de la que está hecha el pueblo.

¿Cómo luchar contra la "manifestación de los pijos"? Yo os lo diré en tres "sencillos" pasos (sí, entre comillas, porque de sencillo solo tiene lo bonita que queda la palabra en la frase):

1)No promover más odio y más polarización social.

2a)Cuando el niño malo del colegio le pegaba a otro niño y le robaba el bocadillo, ¿era lo correcto pegarle más fuerte e ir a su casa a robarle el bocadillo del día siguiente? No, ¿verdad? Lo correcto era ir a quejarse al profesor, quien, con el manual en la mano, tendría el protocolo de llamarle la atención y, en última instancia, decírselo a sus padres para que lo enderezaran.

2b)"Pero, ¡Fede! ¡De tal palo, tal astilla! ¡A veces los padres eran peores que el niño y no le llamaban la atención! ¡Los pijos de Salamanca se han ido de rositas y ningún policía les ha dicho nada!". Lo sé, lo sé... Vamos con el paso

3)Ya que tenemos lo que tenemos, un gobierno que es como es, las opciones son jodidas. Dejando a un lado la opción de la violencia (y no hacia los ricos, sino hacia los que deberían llamarles la atención), lo óptimo sería invertir en educación para que haya menos polarización, menos inconsciencia, y menos idiotas en definitiva, además de tener un gobierno capaz que no se corte a la hora de llamar la atención a "sus jefes". Vamos, que os estoy diciendo bajo cuerdas que no seáis imbéciles, y que la próxima vez que toque votar, optéis por un partido que vaya a invertir en educación y en sanidad; uno que no lleve décadas de corrupción a sus espaldas, a poder ser. Y sí, por si surge la duda, esta opción, si bien es la óptima, requeriría de décadas para arreglar el problema. DÉCADAS. Nada es gratis, y menos cuando la gente está cada día más cómoda y más idiotizada.

lunes, 18 de mayo de 2020

Mnemotecnicas para acuicultura


Aragorn hizo isométricos lentamente; lisó músculo feo; trece triples valieron.

Traducción para un estudiante de acuicultura:

Arginina, histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina, triptófano, valina.

sábado, 2 de mayo de 2020

La teoría de la catlady



Me ha venido a la cabeza un pensamiento un poco random y me apetecía compartirlo. Quizás sea un poco polémico, así que como suelo hacer, aclaro que todo esto es pura filosofía con un toque de humor. Leedlo con mente abierta y no penséis ni por un momento que simpatizo, en este caso, con el maltrato sicológico (o físico).

Me gusta bastante el analizar pensamientos y emociones de una forma visceral, asemejándolos a su versión más animal y primitiva. Volviendo a un tema del que ya he hablado alguna que otra vez, la dominancia/sumisión (no me refiero a lo sexual, que os veo), resulta que me he acordado de una conversación que tuve una vez. En ella, mi interlocutor me dijo que dado que las relaciones de dominancia/sumisión son algo de lo más normal en la naturaleza, algo que surge de manera totalmente instintiva en las jerarquías sociales, pues que no le extrañaría nada que haya muchas parejas en las que se den maltratos subliminales y consentidos; es decir, que sean lo suficientemente fuertes como para que una persona se sienta molesta con su pareja, pero lo suficientemente débiles como para que la situación sea sostenible. Esto, de hecho, es algo tremendamente creíble, ya que todos conocemos anécdotas de parejas estables en las que surgen cosas turbias que se perdonan con el tiempo (si es que no las hemos vivido de primera mano).

Lo dicho anteriormente es, de hecho, tan creíble y tan natural, que no sería ningún disparate afirmar que algunas personas (o muchas, o incluso muchísimas) busquen de manera activa el verse involucradas en una situación así, y no me estoy refiriendo ahora mismo a la relación o al dominante, sino al que queda de sumiso, de pringao, y de pisoteado. ¿Cuántas veces hemos visto el estereotipo de la chica que no se siente atraída por el buen amigo que está coladito por ella, sino por el capullo de turno que la ignora y que le pondrá los cuernos en cuanto pueda? ¿Cuántos pagafantas hay por ahí, que aunque no se comen un rosco, encuentran confort en esa situación? En las relaciones de dominancia/sumisión hay muchos grados, y no siempre se llega al maltrato. Está en nuestra naturaleza el buscar a un líder al que seguir a menos que nosotros mismos podamos cumplir esa función de líder (o a un dominante, que no es exactamente lo mismo, pero se parece), ya que los líderes son los que toman las decisiones y los que, en definitiva, y como diría Rajoy sobre los catalanes, "hacen cosas", y la gente que "hace cosas" nos gusta y nos atrae. Tened en cuenta que todos tenemos en nuestro interior algo de sadismo y algo de masoquismo, sea más, o sea menos, por lo que aunque no es demasiado digno ni deseable, es del todo natural sentir confort en una relación en la que "te pisotean, pero con mesura".

Para cerrar, quiero hablar sobre el título de la publicación. Dicen que Internet está hecho de porno y gatos, y aunque es obvia la broma, nadie puede negar el elevadísimo porcentaje de publicaciones de gatos que hay por ahí. El caso es que está de moda el estereotipo de la "catlady", es decir, chica o mujer obsesionada con su gato (o sus gatos), y que tiende a tener problemas o falta de interés para encontrar pareja (también hay hombres, sí, pero me voy a centrar aquí en las mujeres por el estereotipo, y porque la fisiología de la mujer es, en general, más sumisa o "anabólica"). Uniendo estas dos ideas, hay también muchísimas publicaciones en las que se hace mofa para bien (o sea, en plan chiste gracioso y simpático) sobre lo fastidioso que es compartir tu día a día con tu gato. ¿Se te duerme en el regazo? Te toca quedarte sentado, pues si te levantas, te arriesgas a que no quiera volver a sentarse sobre ti. ¿No le gusta su comida? Te toca comprarle otra porque... hombre, pobrecito, no lo vas a tener pasando hambre... ¿Tira el bebedero? Ay, ¡qué fastidio! Se lo tendré que rellenar, porque reñirle... ay, me da penita...

En lo personal, y tras haber convivido con gatos durante más de 5 años, debo decir que esta mentalidad es algo que no comparto y que me cuesta mucho trabajo respetar (aunque lo hago, sarna con gusto no pica). Pero bueno, voy a lo que voy: ¿no veis una similitud con todo lo dicho más arriba? Igual peco de simplista, pero no puedo evitar ver una clara relación entre la necesidad de una catlady por mimar a su gato, y la del sumiso de la pareja de turno por perpetuar su situación fastidiosa pero estable. Obvio que no todas las catladies son iguales, ya lo sé... pero digo yo, ¿acaso el estereotipo de la catlady es el de una persona que necesita de ese "pisoteo" instintivo de la persona sumisa? ¿Acaso las catladies buscan (sin saberlo, quiero creer) autoimponerse una situación de sumisión hacia un individuo que, saben, no puede hacerles un daño real en condiciones normales?

Y bueno, por tapar agujeros... sí, todo el tema de la catlady lo he puesto por echar unas risas tirando de un estereotipo. No hace falta hablar de mujeres y gatos, hay montones de hombres que tienen perros que les gobiernan la vida por no saber controlarlos. No menciono aquí a los hijos porque esa es a harina de otro costal, mucho más compleja, basada en decisiones de distinto objetivo, y mucho más impredecible.