La productividad, ¡esa gran enemiga! (Casi) todos la deseamos cerca, pero pocos quieren magrearse con ella más que durante el puñado de horas que nuestro contrato laboral (o estudiantil) nos obliga a ello. El día tiene 24 horas. Deseablemente, dormimos 8, aunque diré que son 7 porque es mucha la gente que duerme mucho menos, y también están de moda los que duermen más. De las 17 horas restantes, deseablemente trabajamos 8. De las 9 restantes, digamos que una se pierde en el vacío de una forma un tanto desconocida (ir y venir del trabajo, caminar por la calle para hacer algún recado breve como sacar la basura...). Otro par de ellas se puede ir muy fácilmente entre preparar comida, desayunar, almorzar, y cenar. Me quedan unas 6 horas... digamos que de media se pierde una más en tareas más o menos rutinarias que se distribuyen en la semana (hacer la compra, pagar facturas, sacar dinero, limpiar...). Exceptuando a aquellas personas que tengan hijos, que obviamente tendrán aún menos tiempo, creo que estoy tirando bastante por bajo, y aun así me quedan 5 horas libres. 5 puñeteras horas... ¿sabéis cuánto es eso? Mucho, eso es lo que es. Entonces... ¿cómo puede ser que la inmensa mayoría de la gente diga, con la satisfacción del deber cumplido, que "después de trabajar, no me queda tiempo para nada"? Simple: es muy fácil distraerse aquí y allá. No hablo ya de tirar de Netflix, videojuegos, o irse de cañas, hablo sencillamente de perder tiempo de forma miserable (y más o menos necesaria, ojo) entre unas tareas y otras. Que si mirar el techo, rascarse la barriga, tirar de porno, coger el whatsapp, compartir memes... es muy requetefácil perder tiempo de una manera totalmente inútil... ¿o no es tan inútil? ¿Por qué perdemos todo ese tiempo de una forma tan fácil? Simple: porque así nos lo exigen nuestros sentimientos.
De una manera bastante simplista, la mente humana (y también la animal, aunque a otra escala) se compone de racionalidad e irracionalidad. La racionalidad es la parte pensante, la que te ha hecho leer el párrafo anterior con ojo práctico, la que te ha hecho sentirte culpable cuando "te has creído" que pierdes cinco horas diarias de manera miserable. La parte irracional (los sentimientos), sin embargo, es aquello que nos sale de dentro, la que por definición no entiende de razones y se deja llevar sin pensar mucho, ya que al fin y al cabo compone nuestro trasfondo evolutivo y lo que nos queda de instintos primarios. Aunque hay muchos matices sobre esto (demasiados), podría simplificar diciendo que la racionalidad es la parte de nosotros que se preocupa de conseguirnos felicidad por medio de la productividad y la realización personal (cosas que, por cierto, son extremadamente subjetivas), mientras que la irracionalidad es la parte de nosotros que se preocupa por conseguirnos felicidad de una manera más primaria e incomprensible. Por ejemplo, habrá veces (demasiadas hasta cierta edad) en las que nuestra irracionalidad nos pedirá aliviar ese calor que tenemos entre las piernas, pero también habrá veces en las que nos exija... quedarnos quietos; simple y llanamente, quietos. ¿Por qué?, dirán algunos. Porque el cerebro de todo animal ha sido diseñado por la evolución para facilitar la supervivencia y la reproducción, no para hacerte feliz o productivo. Por ejemplo, todo aquello que suponga un gasto de energía sin una recompensa inmediata (por ejemplo, pensar, planificar cosas...) causa un rechazo inicial en la mayoría de las personas, y muy especialmente en aquellas que dispongan de poca disciplina. La parte buena es que todo esto puede entrenarse... no da la misma pereza ponerse a limpiar cuando acabas de salir de casa de mamá y papá, que cuando llevas varios años viviendo por ti mismo. La parte mala... es que cuesta horrores, y que además el cerebro tiene una tendencia natural a tratar de erradicar esa disciplina lentamente.
Me estoy yendo por la tangente como un bellaco, así que vuelvo al tema inicial. Como iba diciendo, la racionalidad se centra en la realización personal, mientras que la irracionalidad se centra más en darnos nuestros caprichos más primarios. Típicamente, una persona muy productiva y racional será alguien con mucha disciplina, capaz de sobreponerse a las exigencias de sus sentimientos para llevar a cabo cosas que cuestan trabajo. Como tres ejemplos muy aparentemente diferentes, tendríamos a un cabeza de familia chino que trabaje casi todas las horas del día y aun así se las apañe para cumplir como marido y como padre, a un empresario de éxito que tenga todas las horas del día organizadas de forma estricta por su secretaria, o simplemente a un currante del primer mundo que dedique muchas horas del día a cosas útiles que no alimenten su ego de una forma directa, como podría ser un segundo trabajo, cursos, un voluntariado, o ayudar a sus vecinos. Como podéis ver, y absteniéndome de opinar de una manera directa, son ejemplos que en nuestra sociedad serían "admirables" en una mayor o menor medida, ya que son personas que en general piensan poco en sí mismas (salvo, quizás, el empresario, si se dejase llevar por la productividad y le diera por explotar a sus trabajadores). ¿Cuáles podrían ser ejemplos de lo contrario, de los irracionales? Pues... demasiado fácil. Desde el más típico y obvio artista torturado que muere joven por "ser un incomprendido" y refugiarse en drogas y mala vida (que no dejan de alimentar su necesidad de sentimientos), hasta el clásico funcionario que lo único que quiere es cumplir con sus horas reglamentarias e irse corriendo de cañas al bar (a veces, desatendiendo a pareja e hijos), pasando por la más que conocida ama de casa que, a fuerza de miedos y frustración, se pasa la vida sin hacer más que limpiar, criar hijos, consumir, y convertirse lentamente en una tóxica maruja. Como podréis ver... a nivel social no son precisamente los mejores ejemplos a seguir, si bien son los más frecuentes, ya que nuestra naturaleza nos llama a cumplir con esos mandatos tan simplones.
Termino con una última reflexión sobre todo esto. Al igual que ocurre en el marketing, la sociedad y la vida tratan de vendernos sentimientos en todo momento. El sentimiento de "libertad" de una Harley Davidson; el sentimiento de "modernidad" de tomarse algo en un Starbucks; el sentimiento de "sofisticación" de tener un producto Apple. Sin querer meterme donde no me llaman, ya que cada cual tiene su vida para hacer con ella lo que quiera (sin putear a terceros, claro), pienso que mi propia vida me ha enseñado que cuanto más cedas ante las necesidades marcadas por tus sentimientos, más desgraciado serás en el largo plazo. El que se va a jugar al fútbol en vez de estudiar cuando tiene quince años, lo tendrá más difícil para encontrar un buen trabajo (dejando a un lado a emprendedores, por supuesto); el que se vaya de cañas cuando tiene que enseñar a su hijo modales, creará a un ciudadano indeseable; el que lleve una vida poco sana, tendrá más papeletas para morir joven... y así podría seguir un rato. Obviamente, no se trata de convertirse en una máquina de productividad sin sentimientos, para eso ya tenemos a los cybermen de Dr. Who... y sabemos lo poco que les gustan a la gente. No obstante, sí que pienso que es mejor "sentir poco" que "sentir mucho", cuando se trata de mirar en el largo plazo. Y sobre todo, y por encima de todo lo demás, es muchísimo mejor saber cuándo es rentable "sentir poco", y cuándo es rentable "sentir mucho", pues esa es, al fin y al cabo, la que pienso que es la definición de la sabiduría.
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