lunes, 31 de diciembre de 2018
Feliz año 2019.
En estas fechas tan señaladas se me ocurría hacer una publicación breve. Es la primera vez que voy a pasar la Nochevieja "solo", de modo que he decidido coger al toro por los cuernos y dar el cante de alguna manera (aunque lo vayan a ver 4). Dicen que la uva es una de las frutas menos sanas que existen, sobre todo porque tiene mucha azúcar en su composición, así que, ¿por qué no solucionarlo? He aquí una alternativa a las doce uvas de la suerte: los doce taquitos de caña de lomo de la suerte.
Con eso y un bizcocho, y aunque sea un poco temprano, feliz año 2019 a todos.
viernes, 21 de diciembre de 2018
miércoles, 19 de diciembre de 2018
Sonidos satisfactorios del mundo de los videojuegos
Llevo meses dándole vueltas a la cabeza sobre cuál iba a ser mi próximo "top" (entre comillas por el mismo motivo de la otra vez: no tiene sentido llamarlo top sabiendo que no puedo evocar todos y cada uno de los recuerdos contenidos en mi cabeza como para poder ordenarlos), pero no terminaba de cuajarme una idea que fuese lo suficientemente original, a la par que motivadora como para echarle un buen rato. Hoy, viendo un vídeo un tanto al azar, esa idea me ha llegado a la cabeza del tirón: ¿qué hay que mole más que el hecho de molar en sí mismo? ¿Qué da más satisfacción que la propia satisfacción? Y ahí es a donde he llegado, así que aquí os presento un recopilatorio con 10 de los sonidos/experiencias más satisfactorios del mundo de los videojuegos. Las reglas del juego son las siguientes:
-Lo que aparezca aquí debe causar satisfacción al espectador de alguna manera. Quizás fue diseñado para provocar satisfacción en sí misma, quizás está asociado a algo que da una gran sensación de ganancia, o quizás se escucha muy pocas veces, tras un elevado esfuerzo.
-Variedad: cada sonido/experiencia debe pertenecer a un videojuego o saga diferente.
-Originalidad: aun a riesgo de caer en un "¿eso qué puñetas es?", procuraré mantener la sensación de querer saber cuál es el siguiente. Algunos os sonarán, y otros no tanto.
-Mi memoria: pues lo que dije más arriba... si no me acuerdo de alguno, por mítico que sea, le tocará quedarse fuera.
-Mundo de los videojuegos: deben ser sonidos o experiencias puramente del mundo de los videojuegos... con una falsa excepción que dejaré caer al final.
10) Final Fantasy: Victory Fanfare.
No me quiero enrollar más de la cuenta porque voy a parecer ya un obseso del Final Fantasy, y precisamente por eso lo pongo el último. No obstante... hay que saber reconocer un mérito cuando se tiene. La musiquita que da nacimiento al Victory Fanfare de casi todos los Final Fantasy nos ha dado a muchos una infinita cantidad de momentos de satisfacción, ya sea por acabar ese combate arduo y largo, o por ver a nuestro chocobo terminar en primer lugar. Pongo el del 7 por ser el más significativo para mí, el primero que escuché.
9) Ape Escape: capturar a un mono.
Jugué a este juego siendo un crío, y todavía recuerdo lo increíblemente satisfactorio que era darle con la porra en la cabeza a un mono y después cambiar a la red. Los típicos, los del pantalón amarillo o celeste... meh, esos daban igual, pero los del pantalón azul oscuro o verde eran unos malditos hijos de fruta como ellos solos. Conseguir ponerlos a tiro de la red y atraparlos era todo un logro a veces, en parte, por la pésima jugabilidad que tenía este juego tan experimental (y chulo), pero lo cierto es que por esa misma combinación me merecía la pena ponerlo aquí. Os pongo un vídeo un tanto al azar del juego, ya que es difícil encontrar un momento adecuado de un juego tan antiguo y relativamente desconocido.
8) Muchos videojuegos: el sonido de un golpe crítico.
Me tiré un rato pensando cuál sería el más adecuado aquí, pero realmente en casi todos los juegos resultan casi igual de gratificantes. Un sonido de un katanazo, un sonido de una explosión, un golpe normal acompañado de la pantalla zarandeándose; el caso es que cuando encajas un crítico, lo normal es que te dé un subidón por todo el cuerpo. Ver la barra de vida del malo bajando a bocados es una gran experiencia, y ver el valor numérico del daño multiplicado y/o en otro color, mola cantidad. Os dejo uno de los sonidos de crítico más satisfactorios que recuerdo, el de Lineage 2. Casi parece que el arma esté gritando *¡piña, piña!*.
Muchos no conoceréis esta sensación, pero poneos en el pellejo adecuado: un objeto de comercio de un típico juego de grindeo extremo, que bien puede salirte uno tras días (si no semanas) de matar, matar y matar sin parar en los niveles de juego más elevados. Tienen un valor incalculable dentro del juego, y tanto es así que hay hasta addons y cosas del estilo para que te suene algo especial cuando cae uno de ellos. Es precisamente a estos sonidos especiales a los que me refiero, y aquí os dejo una muestra. Es tal el hype que te da, que no sé a otros, pero a mí me daba la necesidad inmediata de cogerlo del suelo, no se me fuese a caer la conexión en ese instante.
6) Los justicieros: $$$ + ¡BALAS! + ¡MOAOAPA!
Este dejará a más de uno con el culo torcido xD. No todos reconocerán esta joyita videojueguil de los 90, pero los que estamos bendecidos por conocerla sabemos de más lo agradable que era pasear la mano por la pantalla, clickar a ciegas, y que te salieran los fajos de billetes, los trozos de mapa, y el mitiquísimo ¡¡¡BAAALAS!!! Es difícil encontrar una cosa como esta de manera aislada, de modo que os dejo un vídeo resumen de todo el juego, que en los dos primeros minutos ya se oye el susodicho sonido.
5) Muchos videojuegos: la subida de nivel.
Buenoooo, ¿qué no decir de esta? Hay juegos en los que subir un nivel no vale nada, pero en la mayoría de ellos (los rpg masivos, sobre todo), el momento de subir de nivel es lo mejor de lo mejor. Es ese momento en el que aprendes una habilidad nueva, en el que desbloqueas una franja de atuendos/armas más poderosa, en el que te suben todos los atributos, o incluso en el que haces un checkpoint que te garantiza no poder perder experiencia durante un rato, si es que mueres. El caso es que es un momento colosal en la mayoría de videojuegos, y no podía quedarse fuera. Casualmente, y como he hecho en el del crítico, no recuerdo ahora mismo ninguna subida de nivel más satisfactoria que la del Lineage 2, un juego en el que los niveles elevados se volvían realmente frustrantes... pero por variar os dejo la del WoW, que también mola tela.
4) League of Legends: Pentakill.
Lo reconozco: uno de los primeros sonidos en los que pensé cuando se me ocurrió la idea fue el garfio de Blitzcrank, pero entonces le di un par de vueltas más a la cabeza, pensando en cuál es el sonido del LoL que más satisfacción pueda llegar a dar; la respuesta salió sola, pues es obvia. Muchos han experimentado la humillación de que le hagan un Pentakill en la cara, pero no tantos han disfrutado del subidón de hacerse uno propio. Yo mismo, tras unos buenos pocos de años viciando a este juego, apenas si me haría 3 o 4, así que sé muy bien de lo que hablo. Sobran más palabras.
3) Skyrim: Fus Ro Dah.
Lo consigues en tres partes, a lo largo de tres misiones distintas. En el proceso debes matar a un dragón (o dos, si no recuerdo mal), y la primera vez que lo usas el mando tiembla, sale una reverberación que coge toda la pantalla, y TOOODO lo que tengas delante se va a tomar por culo. Ha habido todo un gritón de memes en torno a este mitiquísimo berrido y, sencillamente, es que es la polla, se lo merece.
2) Abe's Oddysee/Exoddus: el Shrykull.
Otra de estas joyas del mundo de los videojuegos que no conocen tantos como deberían. Los juegos de Oddworld estaban caracterizados por ser plataformas de infiltración/puzzles, en los que manejabas a un personaje que, aunque disponía de maneras para causar auténticas escabechinas, en términos generales era un tirillas al que literalmente se podían merendar hasta los gusanos a lametones. Pero eso cambiaba durante algunos gloriosos segundos del juego: cuando te habías hecho las partes de Paramonia y Scrabania, Abe conseguía la capacidad de convertirse en un dios ancestral con un poder destructivo infinito. Liberar el poder del Shrykull te daba una sensación de omnipotencia absoluta durante unos instantes que se tornaban gloriosos, adornados con los rugidos del monstruo, los rayos que tiraba, y las explosiones que se cargaban todo a su paso (pasad hasta el final del vídeo para ver lo interesante).
1) Pokémon: una evolución.
Pocos hay que no hayan tocado ni un solo juego de Pokémon a estas alturas. Si a eso le sumas que cuando salió el primer juego de Pokémon todavía no estaban de moda las guías, y que muchos hemos vivido la experiencia de ver evolucionar a nuestro primer Pokémon sin saber que iba a ocurrir (y sin saber del todo lo que estaba pasando), cuando veías esos píxeles cutres parpadear con una música que ha pasado a la posteridad... pues eso, que te daba todo el hype. Yo no sé si merecerá el primer puesto, pero oye, a mí me vale. Aquí os dejo un típico a Bulbasaur, pero los que lo hemos vivido sabemos lo acojonante que era ver evolucionar a Dragonair a nivel 55, y lo bien que sienta.
X) Bonus - Jojo's Bizarre Adventure: ORAORAORAORAORA!!!!
De buena gana lo habría puesto como el primero de todos, pero como este último está mucho más asociado a una serie que a un videojuego, creo que debía estar aparte. Los que conocemos J.B.A. sabemos cómo se las gastaba Stardust Crusaders, y cómo te dejaba con la miel en los labios muchísimas veces. Todos esperábamos ese mágico momento en el que Jotaro le dejara a Star Platinum afilar sus nudillos con los dientes del malo, que solía ser alguien particularmente odioso. Pero ese momento... se hacía desear, y cuando llegaba... ay, omá. Un centenar de hostias de padre supersónicas no son el mejor remedio para la sinusitis, pero cuando suena el tema de Jotaro Kujo bien sabes que, como dice un colega mío, "ha llegado el momento de orar".
domingo, 16 de diciembre de 2018
Vacaciones pasadas por agua... fecal
Imaginad que planeais unas minivacaciones con un par de meses de antelación. Te enteras de que hay un concierto de uno de tus grupos favoritos en tu ciudad natal, y como te sobran dos días libres te dices "pues oye le hago una visita a los colegas y a mis padres". En esto que en uno de los cuatro trayectos a tomar, entre autobús, cercanías, otro cercanías, y un ave para rematar, te empiezas a sentir regular y muy acalorado. Al día siguiente (el del concierto), por supuesto, sales con fiebre, con dolor de barriga... pero nada más. Decides armarte de valor e ir al concierto tras una mañana de vigilancia y reposo, porque te sientes casi bien... y entonces empieza la fiesta. En el autobús, la vista nublada; con los colegas, cara de muerto; cuando abren las puertas... te alegras de que el hospital quede a cinco minutos, porque es ahí donde te va a tocar ir (e invertir unas cuatro horas para que al final te manden a casa sin diagnóstico claro). A la mierda el concierto, y a la mierda el plan.
El dia siguiente lo pasas de la cama al váter y del váter a la cama, echando de todo menos cosas elegantes. Resulta que una semana antes del viaje te enteraste de que el sábado (el día siguiente a la convalecencia) había un evento de videojuegos en Sevilla al que van tus amigos, así que también te compraste la entrada. Cruzas los dedos por salir un poquito mejor al día siguiente, tras una jornada de todo menos memorable...
Y te levantas, con el cuerpo cortado pero mejor de lo esperable. Vas al evento, saludas a los colegas con mejor cara que en la puerta del concierto. Hay risas, bromas, uno de ellos va de Pijamathur, la cosa va bien. Te das cuenta, por desgracia, de que el 90% del evento te parece un aburrimiento absoluto ya que se dedica casi exclusivamente a torneos de los 4-5 shooters de más éxito (exceptuando el único que te medio gusta), y a Alex. Ves un par de partidas de Alex, en las que gana Alex, y decides volverte con los colegas. Para colmo, resulta que acostumbrado a la típica comida de mierda que ponen en estos sitios, te encuentras que lo mejor de todo el evento es que sirven comida ARTESANAL, pero como vas con una gastroenteritis de caballo tienes que cortarte. La tentación te vence... Te pides un trozo de pizza con los ingredientes más benignos que puedes encontrar, y rezas por no morir. ...Sabe a gloria. Cuando crees que el evento no tiene más que ofrecerte, consideras que es el momento de coger camino, que hay que hacer la maleta de vuelta tras tan increíbles vacaciones.
En fin, un resumen de lo que puede llegar a ser un plan bien hecho, muy mal torcido, y medio salvado por el factor familia/amigos. No se lo deseo a nadie.
Sí... todo muy bonito.
domingo, 9 de diciembre de 2018
Elecciones, y por qué me cabrean.
No todos lo habréis sufrido en vuestras carnes pero, ¿alguna vez habéis echado una solicitud para una convocatoria oficial? Sí, me refiero a esas que salen en el BOE, que tienen por delante todo un documento de 30 páginas con toda su reglamentación, en el que se describe paso a paso y en un lenguaje muy espeso tooodo lo que tiene que ver con dicha convocatoria, desde los textos legales que la regulan, hasta los pormenores del puesto de trabajo, el sueldo, y sobre todo lo que aquí calza: los plazos. Ahora mismo me considero una persona "afortunada" porque al fin tengo un puesto de trabajo estable y en algo que me gusta, pero lo que ha venido antes de eso solo lo sé yo. Lo sé, lo sé, nunca he lidiado con clientes malnacidos, ni con bombas que caen del cielo a lo largo y ancho de mi barrio, pero dicen que cada uno lidia con sus propios demonios, ¿no es así? En mi caso, tengo muy claro que aquello que me tocó fue uno de los (múltiples) detonantes de mi actual trastorno de ansiedad, y aunque no quiero darle más importancia de la debida, me apetecía compartirlo con vosotros para llegar a lo que quiero llegar.
Poneos en mi pellejo de hace unos 6 meses: tenía una beca tirando a irrisoria que apenas me daba para mantenerme, un puesto de trabajo que no me llenaba demasiado, y sobre todo, unas ganas horrorosas porque saliera la resolución final de las ayudas para doctorados de 2017. "¿2017, Fede? ¿Seguro que no te has equivocado?". No, hijo, no... resulta que aquella convocatoria que tanto esperaba salió a mediados/finales de 2017, pero no se resolvió hasta finales de 2018... Eso, de una manera o de otra, supuso una espera de más de un año completo para saber si había sido elegido. Más de un año completo sin poder planificar nada con perspectiva, y con la desazón de querer saber el resultado. No os voy a hablar de la ingente cantidad de distintas resoluciones que iban saliendo, o sobre lo mal que lo pasé en el último tramo debido a lo que se podía deducir de los papeles, pero tengo clarísimo que es una vergüenza absoluta la cantidad de tiempo que se echa en sacar una puñetera convocatoria de FPI. Lo sé, que son más de 100-200 plazas, con varios miles de casos particulares involucrados... y no es esto lo que me cabrea de verdad, sino lo que toca en el siguiente párrafo.
Si preguntase al organismo en cuestión, seguro que me dirían que ellos estaban hasta arriba, y que no pudo salir más rápido el asunto porque no daban abasto (cosa que por cierto, dudo, pero vamos a darles un voto de confianza). ¿Por qué no contratan a más, entonces? Pues porque no habrá dinero, eso es de cajón. Y entonces digo yo... ¿cómo coño se come que para la resolución de unas ayudas económicas que benefician 100-200 chavales se tomen más de un puñetero año, mientras que para el recuento de votos (que involucra a DECENAS DE MILLONES DE VOTOS INDIVIDUALES) se tomen MENOS DE UN SOLO DÍA? Y aquí lo que me cabrea, la respuesta, que no puede ser otra más que la misma basura de siempre: la política es un farça-mandril, vende mucho, y es útil para mantener a la gente en ese delicado punto de equilibrio entre lo cabreado y lo tranquilo. ¿Cuantísimo dinero se destinará a montar las mesas de las elecciones, entre colegios, institutos, y una docena de personas recibiendo y contando votos en cada una de ellas? ¿Cuantísimo dinero se ahorraría y se podría destinar a cosas MUCHÍSIMO MÁS IMPORTANTES si se retrasara el recuento de votos, y se destinara una centésima parte de activos humanos a realizarlo? Imaginaos que en vez de tener que ir a votar un solo día tuviéseis una semana entera para no ir pillados de tiempo, además de que sería una excelente manera de crear unos cuantos puestos de trabajo temporales que no requieren de ninguna clase de formación (mejor una semana de paga que un solo día, digo yo). Y dirá el imbécil de turno "pero hombre, entonces tengo que esperarme una semana para saber si sale Susanita!!!!!!!111unouno". Pues a ese imbécil, después de desearle un babuchazo empapado en mierda por la cara, yo le diré que con una semana (o dos) no le va a salir un trastorno de ansiedad.
jueves, 6 de diciembre de 2018
Las aventuras de JC: el perro robot.
Pasó dicho par de semanas. Quedarían escasos días para Navidad, y en una tarde ya muy avanzada se escuchó el sonido de la tarjeta en la puerta. Con el silencioso en su cuarto, y conmigo y el Friki en el salón, solo había dos personas posibles: o el portero, que nunca vendría sin hacer un aviso, o nuestro co-protagonista favorito:
-¡M-muy buenas, chicos! ¡¿Qué tal?! -saludó JC, con una sonrisa de oreja a oreja. Antes siguiera de que nos diese tiempo a contestar, nuestros ojos se fueron un poco más abajo... y no, no hablo de la entrepierna.
-Eh, buenas, JC. ¿Qué traes ahí, loco? -le pregunté, fijándome en una caja enorme, que bien alzaría hasta su cintura desde el suelo.
-¡Pues una c-cosa que me he comprado en la feria de robótica! ¡M-mirad qué chulo!
Como si de un unboxing poco ortodoxo se tratase, JC se lió a romper precintos y envoltorios de papel, excitadísimo. No pasó ni medio minuto cuando nos mostró la gran caja de cartón en la que iba su nueva adquisición... y aquí debo hacer un pequeño paréntesis. Quiero que visualicéis lo siguiente: una enorme caja de cartón, con un perro dibujado en cada uno de los laterales (tipo Golden Retriever), y todo ello sobre un estampado similar a este, con letras en una fuente del estilo de "Comic Sans":
Sip. Tal cual. Un estampado de patitas de perro de colores. Recién salido de la feria de robótica. Ni que decir tiene que me quedé mirando el paquete con incredulidad, al igual que hizo el Friki. Continúo el relato.
-¿Q-qué os parece? -preguntó, con la adrenalina a flor de piel.
-Eh... muy... -el Friki gruñó algo, antes de continuar con la palabra adecuada- ¿bonito?
-Buaaah, tendríais que haberlo visto en la exposición, ¡era i-increíble! -En ese momento, JC se llevó una mano hasta la boca-. Vi cómo uno de los c-científicos que lo diseñaron le ponía una mano en l-la boca así, como estoy yo, y el robot se la mordisqueaba como si estuviera jugando con él. -En ese otro momento, JC imitó un mordisqueo sobre el dorso de su mano, a medio camino entre juguetón y algo patético, pero sin pasarse.
-Te gusta el trasto, ¿eh? -repuse yo.
-¡Me encanta! ¡E-estoy deseando que llegue la Navidad para enseñárselo a mi f-familia! Siento deciros que no os lo p-puedo enseñar, porque quiero estrenarlo allí... -añadió, con una fuerte y creíble nota de pesadumbre.
-Ah, no te preocupes, si nosotros estamos ya hartos de perros -lo excusó el Friki, a lo que respondí mordiéndome un dedo para no descojonarme.
-Ah... b-bueno, de verdad que lo siento, chicos. Ahora, si no os importa, v-voy a ver si lo recojo por ahí hasta las vacaciones.
Por aquello de que había centímetros entre nosotros y su cuarto, y la puerta no aislaba demasiado (tenía una rejilla), nos obligamos a comportarnos y no despollarnos ahí mismo, de modo que aplazamos la risa hasta el día siguiente...
Y el tiempo pasó. Transcurrió la Navidad felizmente, y ya estábamos listos para retomar el curso (al menos en cuerpo; en mente, era otro tema). JC fue el último en llegar, cosa normal porque era el que más cerca vivía de la residencia. El caso es que después de ponernos un poco al día, a el Friki se le ocurrió el comentario más adecuado.
-Oye, JC, ¿y tu perro robot? -preguntó, y me forcé a fingir una tos.
-Ah... sí... -De pronto, su rostro se volvió algo más sombrío de lo que estaba segundos atrás-. P-pues... ¿sabéis qué? Me ha decepcionado mucho. Cuando lo mostraron en la exposición, lo presentaron como si fuese algo puntero en IA [lo pronunció como /ai/ /ei/], y sin embargo, cuando lo probé en casa... no sé... como que me supo a poco, ¿sabéis a lo que me refiero? -el Friki se cruzó de brazos y asintió en silencio, transmitiendo complicidad.
-Creo que sí. Igual... no sé, te pareció que te habían vendido algo diferente, ¿no? Como si fuese... ¡qué se yo! ¿Un juguete? -Y aquí fue cuando se me distorsionó la cara: la mitad derecha quería sonreír, y la otra mitad la forzaba a no hacerlo.
-¿Juguete? -JC miró al techo, y se quedó pensativo-. ¿Sabes, F-Friki? Pues sí, algo así. Como si me hubiesen vendido un juguete para niños en la exposición de robótica. -Aquí no pude más; tuve que abrir la ventana y asomarme para no reírme en la cara del pobre-. Fede, ¿estás bien?
-Sí, sí, de lujo -dije, extinguiendo otra risa más-. Nada, que me ha dado un mareo. Dame dos minutos.
lunes, 3 de diciembre de 2018
Tontunadas: 1
sábado, 1 de diciembre de 2018
Solo cinco más.
Apurada, recorrió el pasillo de su casa. «A una gran empresaria, trabajadora, y amiga» rezaba una amarilleada nota enmarcada en la pared, de un viejo socio al que prestó demasiado dinero. «Solo cinco días más», le solicitó aquella muchacha, poco después, al agente que gestionaba su propio préstamo. No fue suficiente para sacarla de las dificultades por las que pasaba su compañía, pero sí para pagar sus deudas, salir del paso, y aprender más sobre la vida.
Dolorida, llegó al cuarto de baño y se apoyó sobre el lavabo. Sus huesudos brazos temblaban, pero no tanto como cinco años atrás. «Solo cinco semanas más», le pidió al que por entonces era su jefe, el tiempo que la lista de espera la separaba de comenzar su rehabilitación. «Una enfermedad de los nervios, incurable», le dijeron, pero salió de aquello más fuerte, más positiva, más viva.
Ahogada, una húmeda pesadumbre se le acumuló en el pecho antes de caer bajo el tiránico yugo de la tos: una, dos, y tres veces. El ardor era agobiante; el picor en la garganta, inaguantable. Cuando abrió los ojos, el sumidero tenía una macabra y oscura salpicadura, de roja sangre y necróticos restos que su cuerpo repudiaba. La mujer apretó un puño y, con la otra mano, se acarició con calidez el vientre. Miró al espejo y contempló sus ojeras, rodeadas por un rostro consumido, pálido, y cadavérico. Con un sobrenatural esfuerzo, tensó las comisuras de sus labios en una imposible sonrisa. «Solo cinco meses más», le rogó a su reflejo.
[La imagen no me pertenece. Sacada de un corto de Storyblocks].
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