domingo, 30 de junio de 2019
Determinismo humano.
La idea que voy a desarrollar hoy no es mía. Intuyo que tiene ya muchos años (no sé exactamente quién comenzaría esta teoría), pero recuerdo que ya en el instituto se hablaba sobre aquello del determinismo, los condicionamientos, etc. Recuerdo perfectamente cómo, tras una clase bastante intensa y llena de troleos (nuestro profesor era bastante poco amable), llegamos a la conclusión de que el ser humano, por mucho que lo condiciones, no es un ser vivo determinado, ya que incluso si se encontrase en una situación de esclavitud extrema, cuenta con libertad de pensamiento en el sentido más estricto de la expresión. Es decir, a día de hoy, nadie puede meterse en tu cabeza y obligarte a pensar de una u otra manera, independientemente de que tus decisiones puedan estar condicionadas después. Pero... ¿y si eso no fuese así?
Hace ya un tiempo vi un vídeo de un Youtuber bastante pesimista y hater no demasiado conocido (Fripozo se llama, por si os interesa). Resulta que en ese vídeo el tío describía de una forma súper pesimista cómo el ser humano, por mucho que trate de divinizar y romantizar su existencia en el universo, y por mucho que trate de exaltar su supremacía en la naturaleza, no toma ni una sola decisión como tal. Algunos dirán que es mentira, claro, ¿cómo va a ser eso verdad, si de decisiones está hecha la vida? Pues aquí vengo yo para explicaros el porqué de esta afirmación. Imaginad que lanzáis una pelota hacia adelante sin mirar, y que abrís los ojos al cabo de unos segundos. Lo más normal es que la pelota no esté totalmente delante de vosotros, sino que se haya desviado un poco (o un mucho) hacia la izquierda o hacia la derecha, según las imperfecciones del propio lanzamiento y del terreno. En cierto modo, y aun a riesgo de equivocarme (no soy un experto en neurofisiología), el cerebro se comporta de una manera parecida, pues no deja de ser un enormísimo conjunto de bombas (de las que bombean, no de las que explotan) que lanza muchísimas sustancias a lo largo de un órgano extremadamente complejo y relativamente poco conocido. Así pues, y simplificando mucho, imaginad que tenéis ante vosotros un trozo de chocolate y un plátano, y que tenéis hambre. Independientemente de lo que acabéis eligiendo, habrá una cantidad tremenda de factores que os harán tomar la decisión de coger uno u otro: la forma de la pieza de comida, el color, el sabor preconcebido que pensáis que tendrá, el que uno u otro sea más sano, etc. Todas estas cosas te las está diciendo tu cerebro a una grandísima velocidad (recordad aquello de "a la velocidad del pensamiento"), a base de activar o inactivar determinados lugares del cerebro a la hora de tomar la decisión. Así pues... lo más fácil sería decir que, en efecto, estás tomando una decisión. Y ahora me toca repetir: pero... ¿y si eso no fuese así?
Todo el universo está compuesto de átomos, ondas, distintas manifestaciones energéticas, etc., y todas ellas surgieron hace ya mucho tiempo en aquello que llaman el Big Bang. Aunque se hace insondable pensar en esta posibilidad, pensad en que muchos de los átomos que salieron disparados en aquel momento están todavía viajando por un sitio o por otro, y algunos de ellos, en efecto, están en tu cerebro. Cuando le dices a tus manos que lo más sabroso es el trozo de chocolate, se debe a que antes de ese momento has probado otros trozos de chocolate, tu cabeza sabe de antemano el sabor que tiene el chocolate, y que te gusta (o disgusta, para los raritos). Pero... ¿acaso no está fundamentada esa decisión en un conjunto de acontecimientos y conocimientos pasados? Viaja en el tiempo (mentalmente hablando) y párate a pensar en aquel momento que seguro que no recuerdas: la primera vez que probaste el chocolate. Y... ve más allá, al resto de acontecimientos que te hicieron llegar a PODER probar ese chocolate (ser niño, que tus padres decidieran ir al súper a comprarlo...). Y... ve más allá... y más allá... y más, y más, y más. En un supuesto muy, muy hipotético, todo lo que ha ocurrido y queda por ocurrir está ya determinado desde muy antiguo, desde ese Big Bang, e incluso desde mucho antes, pues se habla de la posibilidad de que antes de ese Big Bang hubiese otros tantos "Big Bangs" y "Big Crunches". Es un poco difícil sintetizar un concepto tan extremadamente complejo como el determinismo humano en unos pocos párrafos, pero lo que pretendo decirte, en definitiva, es que aunque tus decisiones están cubiertas por un manto ilusorio que te hace creer que son tuyas, en realidad están determinadas ya desde muy antiguo, y no solo las tuyas, sino todas las que existen. Que un vecino adopte un perro o lo compre; que el vendedor de la esquina le ponga los cuernos a su mujer o se mantenga fiel; que un río se desgaste más por el margen izquierdo o el derecho; que una pequeñísima infección pase desapercibida a tu sistema inmune o sea erradicada en segundos; que... muchos "ques", infinidad de "ques".
Y bueno, por si acaso le jodo la merienda a alguien que esté leyendo esto con un mensaje tan aparentemente fatalista, le voy a poner un lacito: incluso si todo esto fuese verdad (recordad que se trata solo de una teoría), eso no significaría que tus decisiones no tengan importancia alguna por el hecho de estar predeterminadas. Al final, lo que cuenta es lo que te hace feliz y lo que te ayuda a seguir adelante, sea por una decisión potente y férrea que te hace quedar como un puto amo, o por una seudo-decisión que ya tomó alguien por ti hace un gritón de años.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario