martes, 3 de diciembre de 2019

Continúa la cruzada contra las telefónicas.



Me he pensado muy seriamente si escribir esta publicación o no, porque no deja de ser una pataleta... pero lo cierto es que me ha pasado hoy una cosa tan ABSURDA y graciosa que me apetecía compartirlo.

Resulta que estoy en proceso de portabilidad de Vodafone a otra compañía (en términos generales no les haría publicidad a los primeros, pero como voy a echar pestes de ellos, me voy a poner fino). Ya me han contactado 2 ó 3 veces para intentar retenerme, y mi respuesta ha sido siempre la misma: mientras haya compromiso de permanencia, no. Pues bien, resulta que hoy me han llamado otra vez más y se han sacado de la manga una oferta que molaba algo más, mucho más barata y sin permanencia. Realmente, y a pesar de todas las jugarretas que me han hecho, me he planteado si volver. Mi respuesta ha sido (palabra arriba o abajo):

-Vale... mire, señorita, como resulta que me ha pillado trabajando, no tengo tiempo para pensarlo ahora mismo. Sea usted tan amable de mandarme los detalles de la oferta al correo, y esta tarde les digo algo después de pensarlo.

Su contrapropuesta, y la mía:

-Me temo que eso no va a ser posible... esta oferta solo está disponible hasta las 13:30 [¡¡JÁ!!], de modo que debe darme una respuesta antes de esa hora.

-Comprendo... en tal caso debo decirle que no, ya que como le comento, estoy trabajando, y no tengo tiempo para pararme a firmar contratos ni nada de eso.

A partir de este punto, a la telefonista se le empezó a notar cómo se hinchaba una vena en su frente. A estas alturas yo seguía bastante tranquilo. Su respuesta:

-Ah, no se preocupe. Solamente tiene que llamar a su otra compañía telefónica y decirles que no, no hay nada más que firmar.

Aquí se me hinchó a mí la vena en la frente. Mi reacción.

-Pero a ver, le estoy diciendo que no puede ser. Que yo no puedo alienar mi horario de trabajo para darle gusto a su compañía. Resulta que, como le digo, estoy trabajando.

Y aquí vino la guinda del pastel:

-Ah, no se preocupe, yo también estoy trabajando, no hay problema.

En este punto, mi cerebro sufrió un shock. Una de las aletillas de la nariz empezó a temblar. Una de las comisuras de la boca subió en forma de sonrisa, y la otra, bajó en señal de mosqueo. De más está reproducir lo que pasó después... huelga decir que me pareció tan tremendamente absurdo (y egoísta) que alcé un poco el tono, sin perder la cortesía. La tipa se empezó a poner borde, a hablar en plan metralleta sin dejarme hablar... le dije que si no me dejaba hablar, pues tendría que colgar. Entre borderías y absurdeces, al final quedó en un "vale, buen día, adiósadiósadiós...".

¡Pueh ná, que tó mu bien! Sigo sin saber cómo puede ser tan jodidamente estúpida la población como para permitir que una panda de retrasados que crean y permiten protocolos de empresa como los que tienen las telefónicas sigan a flote... y mucho más que a flote. En fin.

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