sábado, 22 de febrero de 2020

Un descanso.


Las publicaciones de este blog tienen de media unas 8-10 visitas. No es precisamente el sueño erótico de un influencer pero, joder, la verdad es que sigue siendo más que 1 ó 2. Dando por hecho que los números son bastante constantes, y que seguramente se distribuirán entre unas 15-20 personas que se van alternando, quiero escribir unas palabras breves.

No me he cansado del blog ni mucho menos, pero estoy un poco escaso de ideas últimamente. Algunas de las publicaciones, como las "tontunadas" (los memes, vaya) se hacen solas a medida que voy acumulando imágenes graciosas, pero otras requieren, primero, de un tema del que hablar, segundo, de tiempo, y tercero, de ganas y un poquito de inspiración para que no resulte un absoluto rollazo. En base a esto... pues bueno, resulta que por un asunto personal que espero hacer público dentro de no mucho tiempo, estoy escaso de lo primero, escaso de lo segundo, y debido a esas dos cosas, algo falto de lo tercero.

A modo resumen: no voy a dejar el blog, pero seguramente publicaré menos a menudo que hasta ahora durante una temporada. He tratado de mantener el ritmo de una publicación cada 2-3 días desde que lo abrí, pero últimamente se me hace insostenible. Espero y deseo que eso cambie, como digo, después de una temporada.

Y para que esto no quede tan soso y corto; para los que os tomáis el tiempo de leer estas, mis paridas (INCLUSO AUNQUE NO LAS COMPARTÁIS, HIJOS DE SATANÁS): gracias. La verdad es que después de año y medio publicando cosas sin casi parar, hay momentos en los que el blog casi se siente como si fuese una obligación personal. En parte lo es, me sirve para desarrollar mi disciplina... pero ver que hasta la publicación más chorra tiene visitas, incluso si son solo 2 ó 3, anima.

viernes, 14 de febrero de 2020

No, no, y no.


Me apetecía hacer una publicación rápida y concisa, así que voy con tres "noes" que, quizás, sorprendan a alguno (ojalá, pues quienes sean ya conscientes de ellos perderán el tiempo aquí):

-A nivel político: NO vivimos en una democracia. Por mucho que se hable de "democracia representativa" o algo así, en el momento en el que quien toma las decisiones de Estado, por mucho que esté votado y elegido por una mayoría, no tenga ninguna clase de obligación a la hora de cumplir con su programa electoral, nos hallamos ante un sistema de gobierno sucio e inmaduro. Sin dudas, hay países en los que funciona mejor y casi parece una democracia, pero independientemente de lo corrupto que sea un país, el sistema que tenemos actualmente NO puede ser considerado democracia. Esto no es una queja, es un dato puramente informativo.

-A nivel sociopolítico: NO estamos exentos de censura. Se impone lo políticamente correcto de una forma más mordaz que hace 20 años. Si no pasas por el aro para según qué cosas y en qué contextos (y no me refiero a cosas moralmente incorrectas, como violar, robar, o matar), te mirarán mal, o incluso te discriminarán de forma manifiesta. Desde acontecimientos que ya hemos visto ocurrir, como el acabar en la cárcel por hacer canciones protesta, hasta cosas menos obvias y más insidiosas, como que planchar la ropa se considere una medida de disciplina y "buen hacer" superior a ir al gimnasio, pasando por otras que están de moda, como el llamar feminismo a lo que no lo es, son medidas tomadas por el gobierno y por la sociedad que, en una mayor o menor medida, te impiden llevar a cabo una vida digna y normal en su plenitud (entendiéndose como tal una en la que no vayas puteando).

-A nivel de conducción: NO es adecuado ser un gilipollas integral. Puedo entender que si vas por tu pueblo a las 4 de la mañana te saltes la señal de prohibido ir a más de 30 por el puente. Puedo entender que si tienes poca experiencia con el carné (servidor) cometas algunas cagadas y haya que tenerte un poco de paciencia. Pero NO es adecuado que le pites a alguien que va a 50 por una zona de "prohibido ir a más de 50"; NO es adecuado que te cueles a toda hostia en la autopista, haciendo un adelantamiento segundos antes de desviarte y provocando un infarto al que va conduciendo bien; NO es respetable la filosofía del "bah, eso lo hace todo el mundo...". Esto, en efecto es una versión humorística de algo que se podría extender a otras muchas cosas de la vida. Así pues, por favor, NO seas un gilipollas integral y cometas microdelitos de los que un policía cuñao haría la vista gorda la mitad de los días. La mitad de estos microdelitos son los que A TI MISMO te hacen pensar que la gente es gilipollas. Si piensas así cuando te toca a ti pagar... ¿por qué no evitar "cobrar"?

lunes, 10 de febrero de 2020

¿Sentimientos, o racionalidad?


La productividad, ¡esa gran enemiga! (Casi) todos la deseamos cerca, pero pocos quieren magrearse con ella más que durante el puñado de horas que nuestro contrato laboral (o estudiantil) nos obliga a ello. El día tiene 24 horas. Deseablemente, dormimos 8, aunque diré que son 7 porque es mucha la gente que duerme mucho menos, y también están de moda los que duermen más. De las 17 horas restantes, deseablemente trabajamos 8. De las 9 restantes, digamos que una se pierde en el vacío de una forma un tanto desconocida (ir y venir del trabajo, caminar por la calle para hacer algún recado breve como sacar la basura...). Otro par de ellas se puede ir muy fácilmente entre preparar comida, desayunar, almorzar, y cenar. Me quedan unas 6 horas... digamos que de media se pierde una más en tareas más o menos rutinarias que se distribuyen en la semana (hacer la compra, pagar facturas, sacar dinero, limpiar...). Exceptuando a aquellas personas que tengan hijos, que obviamente tendrán aún menos tiempo, creo que estoy tirando bastante por bajo, y aun así me quedan 5 horas libres. 5 puñeteras horas... ¿sabéis cuánto es eso? Mucho, eso es lo que es. Entonces... ¿cómo puede ser que la inmensa mayoría de la gente diga, con la satisfacción del deber cumplido, que "después de trabajar, no me queda tiempo para nada"? Simple: es muy fácil distraerse aquí y allá. No hablo ya de tirar de Netflix, videojuegos, o irse de cañas, hablo sencillamente de perder tiempo de forma miserable (y más o menos necesaria, ojo) entre unas tareas y otras. Que si mirar el techo, rascarse la barriga, tirar de porno, coger el whatsapp, compartir memes... es muy requetefácil perder tiempo de una manera totalmente inútil... ¿o no es tan inútil? ¿Por qué perdemos todo ese tiempo de una forma tan fácil? Simple: porque así nos lo exigen nuestros sentimientos.

De una manera bastante simplista, la mente humana (y también la animal, aunque a otra escala) se compone de racionalidad e irracionalidad. La racionalidad es la parte pensante, la que te ha hecho leer el párrafo anterior con ojo práctico, la que te ha hecho sentirte culpable cuando "te has creído" que pierdes cinco horas diarias de manera miserable. La parte irracional (los sentimientos), sin embargo, es aquello que nos sale de dentro, la que por definición no entiende de razones y se deja llevar sin pensar mucho, ya que al fin y al cabo compone nuestro trasfondo evolutivo y lo que nos queda de instintos primarios. Aunque hay muchos matices sobre esto (demasiados), podría simplificar diciendo que la racionalidad es la parte de nosotros que se preocupa de conseguirnos felicidad por medio de la productividad y la realización personal (cosas que, por cierto, son extremadamente subjetivas), mientras que la irracionalidad es la parte de nosotros que se preocupa por conseguirnos felicidad de una manera más primaria e incomprensible. Por ejemplo, habrá veces (demasiadas hasta cierta edad) en las que nuestra irracionalidad nos pedirá aliviar ese calor que tenemos entre las piernas, pero también habrá veces en las que nos exija... quedarnos quietos; simple y llanamente, quietos. ¿Por qué?, dirán algunos. Porque el cerebro de todo animal ha sido diseñado por la evolución para facilitar la supervivencia y la reproducción, no para hacerte feliz o productivo. Por ejemplo, todo aquello que suponga un gasto de energía sin una recompensa inmediata (por ejemplo, pensar, planificar cosas...) causa un rechazo inicial en la mayoría de las personas, y muy especialmente en aquellas que dispongan de poca disciplina. La parte buena es que todo esto puede entrenarse... no da la misma pereza ponerse a limpiar cuando acabas de salir de casa de mamá y papá, que cuando llevas varios años viviendo por ti mismo. La parte mala... es que cuesta horrores, y que además el cerebro tiene una tendencia natural a tratar de erradicar esa disciplina lentamente.

Me estoy yendo por la tangente como un bellaco, así que vuelvo al tema inicial. Como iba diciendo, la racionalidad se centra en la realización personal, mientras que la irracionalidad se centra más en darnos nuestros caprichos más primarios. Típicamente, una persona muy productiva y racional será alguien con mucha disciplina, capaz de sobreponerse a las exigencias de sus sentimientos para llevar a cabo cosas que cuestan trabajo. Como tres ejemplos muy aparentemente diferentes, tendríamos a un cabeza de familia chino que trabaje casi todas las horas del día y aun así se las apañe para cumplir como marido y como padre, a un empresario de éxito que tenga todas las horas del día organizadas de forma estricta por su secretaria, o simplemente a un currante del primer mundo que dedique muchas horas del día a cosas útiles que no alimenten su ego de una forma directa, como podría ser un segundo trabajo, cursos, un voluntariado, o ayudar a sus vecinos. Como podéis ver, y absteniéndome de opinar de una manera directa, son ejemplos que en nuestra sociedad serían "admirables" en una mayor o menor medida, ya que son personas que en general piensan poco en sí mismas (salvo, quizás, el empresario, si se dejase llevar por la productividad y le diera por explotar a sus trabajadores). ¿Cuáles podrían ser ejemplos de lo contrario, de los irracionales? Pues... demasiado fácil. Desde el más típico y obvio artista torturado que muere joven por "ser un incomprendido" y refugiarse en drogas y mala vida (que no dejan de alimentar su necesidad de sentimientos), hasta el clásico funcionario que lo único que quiere es cumplir con sus horas reglamentarias e irse corriendo de cañas al bar (a veces, desatendiendo a pareja e hijos), pasando por la más que conocida ama de casa que, a fuerza de miedos y frustración, se pasa la vida sin hacer más que limpiar, criar hijos, consumir, y convertirse lentamente en una tóxica maruja. Como podréis ver... a nivel social no son precisamente los mejores ejemplos a seguir, si bien son los más frecuentes, ya que nuestra naturaleza nos llama a cumplir con esos mandatos tan simplones.

Termino con una última reflexión sobre todo esto. Al igual que ocurre en el marketing, la sociedad y la vida tratan de vendernos sentimientos en todo momento. El sentimiento de "libertad" de una Harley Davidson; el sentimiento de "modernidad" de tomarse algo en un Starbucks; el sentimiento de "sofisticación" de tener un producto Apple. Sin querer meterme donde no me llaman, ya que cada cual tiene su vida para hacer con ella lo que quiera (sin putear a terceros, claro), pienso que mi propia vida me ha enseñado que cuanto más cedas ante las necesidades marcadas por tus sentimientos, más desgraciado serás en el largo plazo. El que se va a jugar al fútbol en vez de estudiar cuando tiene quince años, lo tendrá más difícil para encontrar un buen trabajo (dejando a un lado a emprendedores, por supuesto); el que se vaya de cañas cuando tiene que enseñar a su hijo modales, creará a un ciudadano indeseable; el que lleve una vida poco sana, tendrá más papeletas para morir joven... y así podría seguir un rato. Obviamente, no se trata de convertirse en una máquina de productividad sin sentimientos, para eso ya tenemos a los cybermen de Dr. Who... y sabemos lo poco que les gustan a la gente. No obstante, sí que pienso que es mejor "sentir poco" que "sentir mucho", cuando se trata de mirar en el largo plazo. Y sobre todo, y por encima de todo lo demás, es muchísimo mejor saber cuándo es rentable "sentir poco", y cuándo es rentable "sentir mucho", pues esa es, al fin y al cabo, la que pienso que es la definición de la sabiduría.

miércoles, 5 de febrero de 2020

Lo natural NO es más sano.



Me acabo de dar cuenta de que llevo 171 publicaciones en el blog... quite the surprise. Bueno, el caso es que no sé si entre ellas habrá alguna que trate sobre este tema, pero como es algo que siempre consigue hacer que me hierva la sangre, ahí va.

Estoy hartico de escuchar la frase "¡y además, es natural!", ya sea en boca de particulares cuando se toman su complemento de vitaminas de herbolario, o en boca de la publicidad de turno cuando te quieren vender cualquier basura difícil de venderse sola. ¿Qué es algo natural? Pues según la RAE, que tiene 18 puñeteras acepciones, se puede sacar en conclusión que "natural" es "algo relativo o perteneciente a la naturaleza, o que trata de imitarla". Aunque es un auténtico ejercicio mental llegar a esta conclusión (te puede costar hasta medio minuto), por increíble que suene, todo lo que existe es relativo o perteneciente a la naturaleza. Y no, no me refiero a todo lo que existe en el campo. Me refiero a todo lo que existe. Todo lo que existe... iste... iste... TODO. LO. QUE. EXISTE. Me explico.

Estamos de acuerdo en que las plantitas verdes del campo son naturales, ¿verdad? También estamos de acuerdo en que el ternerito que mama de su madre es tope de natural, ¿cierto? También estamos de acuerdo en que parir a tu hijo en casa es, si bien algo arriesgado e insensato en los tiempos que corren, la rehostia de natural, ¿no? Pero la cosa no se queda aquí. El tema es que la pura propaganda de determinados productos (sí, recordemos que todo es marketing) nos han hecho asociar la palabra "natural" con el color verde del campo (que por cierto, depende de dónde, que en mi tierra natal el campo es marrón y amarillo la mitad del año). También se asocia "natural" con el típico símbolo de la hoja (vegetal) con forma de huso engrosado en el centro (porque recordemos, prolíficos urbanitas, que hay muchísimos más tipos de hojas). ¿Por qué se ha hecho esto? Simple, para separar en dos grupos las cosas que han surgido de una manera ARBITRARIAMENTE CONSIDERADA COMO DIRECTA de la naturaleza, de las que no, que serían las consideradas "artificiales". No lo pongáis en duda: lo que hoy en día se podría considerar un método natural (o tradicional) de cocina, como es cocinar con carbón, en otra época se podría haber considerado mega artificial, o algo digno de una invocación al demonio.

Y es que aquí es donde radica todo el tema, en el miedo. Sí, señores, como casi todo lo que causa controversia, se trata de una decisión tomada en base al miedo. Un día, alguien a quien le interesaba hacerlo, descubrió que los excipientes de los medicamentos (u otros compuestos taco de artificiales) tienen unos nombres que te provocan un nudo en la garganta al tratar de pronunciarlos (butirato, maleato, carbonato, Honorato...). Esto, no obstante, tiene una base, ya que es cierto que muchos de estos productos, si no se usan con la suficiente moderación (es decir, si no están adecuadamente regulados), se tornan en tóxicos. Pero mira, mira, mira, ¡acércate, que te voy a contar un secreto! En el mundo civilizado, estas sustancias ESTÁN reguladas. Hay efectos adversos, sí... pero la filosofía es la de siempre: el riesgo cero, sencillamente, no existe. Y mira, mira, mira, ¡otro secreto! Tampoco hay riesgo cero con esas sustancias tope de naturales que te vende el herbolario. De hecho, y aun a riesgo de equivocarme, me atrevería a decir que como se trata de sustancias mucho más "exóticas" e infrecuentes en el mercado, tienes más probabilidades de cruzarte con algún producto no regulado y, por lo tanto, impredecible (que no necesariamente peligroso, ojo). Y mira, mira, mira, ¡otro secreto más! Si supieras cuál es el nombre de la mitad de las sustancias que tiene un alimento mega natural como es una fruta, te caías de espaldas. Los famosos, super naturales y saludables (que lo son) ácidos grasos omega 3 del pescado tienen nombres tan amistosos para las cuerdas vocales como "ácido docosahexanoico" o "ácido eicosapentanoico", y como bien sabemos por la lógica expresada más arriba, todo lo que vaya en dificultad de Honorato para arriba, es capaz de invocar a Satanás.

Bueno, voy a bajar ya el ritmo y a dejar la nota de humor para hacer dos últimos incisos en algo que puse en mayúsculas más arriba, lo de "surgido de una manera arbitrariamente considerado como directa de la naturaleza". ¿Por qué lo he expresado así, diréis? Pues porque aquí hay para dar y tomar. En primer lugar, los defensores de "lo natural" son perfectamente capaces de comerse una alcachofa pensando que es tela de natural, pero mirarán con recelo algo que se ha sintetizado en un laboratorio. Bien... pues que sepáis que todo producto de un ser vivo (en este caso, la alcachofa) ha pasado por algo llamado "evolución", y la evolución no deja de ser el laboratorio bioquímico de Mamá Natura, con la diferencia de que este laboratorio es retorcido, carente de sentimientos, cruel, y extremadamente azaroso, mientras que los laboratorios humanos están (en principio) concebidos para ser eficaces, útiles, y predecibles (si no los hicieran así, se arruinarían, o explotarían...). ¿Sabéis decirme cuál es la diferencia entre la síntesis súper natural de cualquier metabolito de una bacteria, y la mezcla de químicos que se hacen en la tolva de un laboratorio farmacológico? Yo os lo voy a decir: lo segundo lo puedes conocer, ver, y criticar; lo primero te va a pillar con los pantalones bajados, estás a merced de lo que Mamá Natura haya diseñado. Como me gusta decir, no hay nada más natural que la toxina botulínica... dicen que con 75 gramos de esa toxina podrías exterminar a la humanidad.

El segundo y último inciso, que es ya más filosófico: ¿alguna vez os habéis parado a pensar que el ser humano forma parte de la naturaleza? ¿Por qué si una cabra se caga en el campo es natural, pero si un humano coge una rocas, las pule, coloca, y une con cemento para hacer una acera, entonces ya no? Al final, la naturaleza se compone solo de energía y moléculas que interfieren con más energía y con más moléculas, así como animales que usan y rompen más energía y más moléculas. Para mí, el laboratorio más artificial del mundo no deja de ser una extensión de la naturaleza, pues como bien se dijo en mi serie favorita "todo es uno, y uno es todo" (hala, ea ahí, toma ya, tol vasile, loko).

Y bueno, cierro con un pequeño párrafo más: al final, el distinguir entre natural y artificial no es más que otra muestra más de la increíble necesidad del ser humano por simplificar y segregar. No se trata de clasificar cosas en "natural, que es bueno" y en "artificial, que es malo", sino en ir una a una considerando si cada sustancia es potencialmente tóxica o no, y en qué concentración. Pero claro... eso requiere informarse y ugghhh... ¡pensar! Eso es incompatible con quejarse en el bar y parecer un cuñao que se sienta orgulloso de que "toma cosas naturales" para obviar que su cuerpo se marchita porque no pisa el gimnasio... :/

domingo, 2 de febrero de 2020

Como la vida misma: 11


-Joder -*blip*-, Gabriel, ¡¿otra vez?! Al final te voy a tener que invitar a la boda de mi hija. -El agente de policía rió con ganas.

-Mira... Manolo... mira... menos guasas, ¿eh?

-Pero Manolo-senpai tiene razón, Gabriel-chan. ¡Vamos a tener que abrir un calabozo solo para ti a este paso! -añadió Elena, la compañera de Manolo.

-Y ahora la otra...

No les faltaba razón, pero era obvio que estaban bromeando. Aquel repartidor de Barbarorl era ya un reincidente múltiple de pequeñas faltas. Era habitual que a los flashed les costase adaptarse a la época, pero el caso de Gabriel era especial, pues había acumulado un total de 213 detenciones en poco menos de un año. Esta era la número 214... el asiento de atrás de aquel coche de policía multicolor ya era para él como una nueva zona de confort.

-¿Me podéis explicar otra vez eso de los nanobots por los que me habéis detenido...? Con la vergüenza de la detención no me he enterado muy bien.

-No te hemos detenido por los nanobots, Gabriel-chan, sino porque tu conducta pública es inadecuada y poco respetuosa -El delincuente alzó media ceja.

-¡Gabriel! ¡Que eres un cerdo y te has tirado un cuesco en público! -Sonó un *blip* dentro del coche.

-¡¿Cómo?! ¿Ni tirarme pedos puedo? -*blip*.

-En tu home-sweet-home sí, Gabriel-chan, pero no en público. Madre mía... qué irrespetuosos erais en vuestra época -Elena se aclaró la garganta-. En 2042, los científicos españoles inventaron los nanobots, es decir, pequeños monstruitos que actúan a nivel microscópico. El caso es que se consideró que esa tecnología era demasiado progre y dangerous, así que en 2043 se paralizó con la enmienda 72 de 2043 de la Protección de Costumbres. Sin embargo, en 2044 se filtró todo aquello y empezaron a llover ofertas de otros países para utilizar la tecnología... ¿te lo puedes creer? Total, que se liberó de nuevo la tecnología para su uso, pero por suerte, la enmienda 334 de 2045 dejó crystal clear que en territorio español solo se utilizaría esa tecnología para fines destinados al respeto social -El detenido alzó la otra mitad de la ceja.

-Sigo... sin entenderlo del todo.

-¡Joder -*blip*-, Gabriel! ¡Que cuando llegaste a este mundo, un huevo -*blip*- de microrobots te entraron por el ojete -*blip*- y te pintaron los cuescos -*blip*- para que no te peas -*blip*- cuando te salga de la polla -*blip*-!

-Pero... yo me he... aliviado las entrañas muchas veces, y nunca ha pasado esto.

-Porque no te pintan las flatulencias como tal, como ha dicho Manolo-senpai. Marcan algunos compuestos para que reaccionen con los nanobots que hay en la calle, de modo que solo se tiñen si te dejas ir en la calle. Además, los nanobots están configurados para que cada persona tenga una longitud de onda diferente, de modo que no hay dos flatulencias del mismo color... -Elena miró hacia atrás. Gabriel estaba flipando.

-¿Me estás vacilando? ¿Me estás diciendo que esa tecnología existe y me estáis llevando a comisaría en un puto coche? -*blip*.

-¿Has viajado desde que estás aquí, Gabriel? -preguntó Manolo.

-No he tenido ocasión. Ya sabes... el sueldo de Barbarorl...

-Cuando puedas, pasa la frontera literalmente en cualquier dirección. Vas a flipar.

-Pero... pero... pero... no me cuadra. Veo mucho la tele, y no he visto ninguno de esos avances en series americanas -Manolo se rió, y Elena se echó una mano a la cabeza.

-Porque el gobierno español invierte grandes sumas en mantener elevados niveles de respeto dentro de sus fronteras. Las series y movies extranjeras que vemos en la tele pasan una crítica inicial, y solo se permiten las que no hacen que los ciudadanos sientan que nuestro país está atrasado, pues eso podría ofenderlos.

-¡¿Cómo?! ¡Joder! -*blip*- Eso suena a censura, ¿no? -Elena entornó los ojos, cansada, y suspiró.

-No, solo afecta a la televisión. ¿No has visto ninguna serie por Internet, o qué?

-No puedo pagar Internet... repartidor de Barbarorl... ya sabes...

-Ah, cierto... disculpa, Gabriel-chan.

-Pero vamos a ver -contraatacó Gabriel-. ¿Me estás diciendo que existe una tecnología tan potente como la que me has explicado, y que solo se permite usarla en España para teñir pedos? -*blip*.

-Oh, y para muchas otras cosas, pero solo para aquellas que conllevan respeto social.

-¿No hay armaduras voladoras que tiren rayos láser hechas con nanobots? -Manolo se rió por tercera vez.

-Madre mía, Gabriel, ¿tú eres otro naruto de esos o qué? ¿Por qué todos los que nacisteis alrededor de los 80 estáis tan...? -Manolo dio un frenazo en seco.

-¿Qué ocurre, Manolo-senpai?

-Nada, un flipa'o.

Manolo abrió la ventanilla del coche, y tomó aire.