viernes, 26 de abril de 2019

Sexo como marketing: ¿ético o no?




Hace no mucho tuve una breve discusión sobre este tema y me apetecía desglosarla. Básicamente, una amiga hablaba de cómo intentaban vender un producto por medio de una voz sensual de mujer que "se dejaría hacer de todo". A falta de detalles no me quise mojar mucho... pero trataré de hacerlo ahora.

Todos los que hayan pensado nada más que un poquito en su vida sabrán que el sexo es, si no el máximo tabú, uno de los mayores que existen en nuestra sociedad; o sea, me refiero desde el punto de vista de las cosas "correctas y/o aceptables", ya que obviamente es mucho más tabú ir poniéndole zancadillas a las ancianitas o vendiéndole droga a los niños, pero solo hay que ver la cantidad de productos violentos, obscenos y/o soeces que llevan la etiqueta de "+13", mientras que aquellos que tienen alguna escena de cama o desnudez lo normal es que lleven el "+18" del tirón. Además, bueno, todos sabemos que una gran parte de los niños no aprenden lo que es el sexo hasta que tienen una cierta edad, mientras que la violencia la conocen bastante bien desde pequeños (o al menos así era "en mis tiempos"). Dejando a un lado el detalle de que me parece completamente absurdo y siniestro que la sociedad (como conjunto) prefiera que un niño vea una imagen de un cuchillo ensangrentado frente a un cadáver, a una de una vulva, voy al grano y al tema del que quiero hablar, el sexo como marketing.

Creo que la cosa habla por sí sola: la mente humana siempre quiere lo que no tiene y tiende a menospreciar lo que sí que está a su alcance. Si la sociedad te dice desde pequeñito, y más si eres hombre, que la mejor experiencia que vas a tener en la vida es un buen polvo (porque aunque nos vendan también amor, sueños y estabilidad, entre líneas es lo que nos dicen), es de cajón que va a convertirse en un reclamo impresionante. Ya, si encima resulta que te lo envuelven en misterio, erotismo u originalidad, pues apaga y vámonos. Pero a lo que voy, ¿es ético tirar de este reclamo, o no lo es? Pues dicen que opiniones hay tantas como cabezas, así que sintiéndolo mucho no voy a daros una verdad absoluta, sino una opinión personal que pienso que está basada en algo de raciocinio. Mi respuesta es un "sí, pero con matices", estando estos matices fundamentados en sobre todo un par de ideas: el contexto, y el sistematismo.

Sobre el contexto es fácil; no será lo mismo vender con sexo o erotismo un juguete sexual, o incluso algo que puede/suele estar relacionado con la seducción (como un perfume), a que te intenten vender con sexo un libro para niños o... qué se yo... ¿un paraguas xD? No es lo mismo, ¿verdad? No me voy a extender más en esta idea.

Sobre el sistematismo... la cosa se complica más. ¿A qué me refiero con sistematismo?  Pues a una cosa muy relacionada con la sicología humana. De una parte, si no tiras de un concepto (el que sea) de manera más o menos continuada, se convertirá en algo olvidado, desconocido, o a lo que te hipersensibilizas por dejar de exponerte a ello; o sea, exactamente lo mismo que ocurre con el consumo de drogas (pensad en meses sin tomar cerveza...), o con el concepto del sexo a nivel social, que llama mucho porque suele reservarse a un "de puertas a dentro". Esto, claro, tiene su parte mala, pues es lo que hace que se convierta en un tabú. Pero yéndonos al otro extremo... ¿qué puede ocurrir si abusas de un concepto de una manera inadecuada? Que corre el riesgo de desvirtuarse, que para el tema que nos atañe (el sexo), puede llevar a conductas indeseadas de las que estamos hasta las narices ya: que si el machismo, que si las violaciones, que si las cosificaciones, etc. Como decía al principio este concepto es muchísimo más complejo, requeriría de todo un debate para poder desmenuzarlo por completo, así que habiendo dejado esos dos conceptos más o menos definidos, me animo a dejar aquí un par de ejemplos sobre marketing sexual que considero (sí, yo) correctos, y otros dos que no considero correctos:

Correctos para mí:

-Un estereotipo o producto sexualizado, si el contexto lo justifica. Ejemplo: súcubo, personificación de la lujuria en forma de demonio femenino (también valdría el íncubo, solo que como las mujeres suelen estar menos salidas es un estereotipo menos explotado. ¡Ánimo, nadie os impide fantasear!). Creo que es obvio; si el contexto lo pide (como lo que dije antes del anuncio de un juguete sexual), no tendrá sentido que lo vendas de una manera casta y puritana.
-Un personaje innecesariamente sexualizado, dentro de un producto NO sexualizado de por sí, siempre que dicho personaje NO sea un claro protagonista, o que no exista una constancia. ¿Por qué? Porque las personas "sexualmente libres" también tiene derecho a expresar sus sentimientos, a vivirlos, a verlos como normales, y a tener ejemplos y modelos a seguir siempre y cuando no incordien a nadie (vamos, este es uno de los principios básicos de la libertad). Sí, no solo los románticos puritanos tienen derecho a tener DECENAS DE MILES de personajes a su gusto. Ejemplos: Miss Fortune del League of Legends (y otras tantas), las pilinguis de Juego de Tronos, los momentos puntuales de personajes raritos, como Phoebe (la de Friends).

Incorrectos para mí:

-Un estereotipo o producto sexualizado, si el contexto NO lo justifica. Ejemplos: el anuncio del que hablaba al principio, u otros, como los típicos anuncios de chocolates Valor y cosas así. Ojo, que no voy a hacer una petición a Change.org para que los quiten, solo digo que me parecen inadecuados, y que hacen más mal que bien, pues solo buscan nutrirse del morbo y el reclamo fácil al tiempo que cosifican.
-Un protagonista innecesariamente sexualizado (o una constante), dentro de un producto NO sexualizado de por sí. En la misma línea de lo anterior, lo considero un reclamo fácil y fuera de lugar, más destructivo y morboso que otra cosa. Aquí me voy a limitar a videojuegos, que no me siento muy fino. Ejemplos: la de Nier Automata, que enseña las bragas cada vez que salta; la estética de Bayonetta, o incluso la de Dante en DMC3 (en menor medida); la mayoría de los personajes femeninos de los juegos de lucha, particularmente los de origen japonés.

Un extra:

-Por último, me gustaría mencionar un ejemplo que se me hace agridulce, el de los oportunismos con las nuevas tecnologías. ¿A qué me refiero? A los típicos, especialmente chicas (aunque hay de todo) que se nutren de enseñar su cuerpo para vender algo muy diferente, es decir, fuera de contexto. Se me hace agridulce porque... bueno, al final, cada uno es libre de hacer lo que quiera con su cuerpo, y será la sociedad la que juzgue. Metería aquí a las músicas de YouTube que ponen las tetas sobre su instrumento y cantan regular, o a los cosplayers que enseñan más carne que personaje cosplayeado. En fin... agridulce como decía.

lunes, 22 de abril de 2019

Vienen las elecciones.



>>Estoy en el curro, me llama un número desconocido.
>>"¿Hola? Traigo un paquete de Amazon".
>>Le digo que lo deje en la farmacia, no es la primera vez.
>>Hago el turno, todo bien.
>>Llego al garaje... todo bien.
>>Llego al buzón: me lo encuentro sobresaturado.
>>Un mogollón de sobres... y un enorme sobre de Amazon, doblado.
>>Pienso en la indicación que le di al cartero.
>>Vuelvo a mirar el buzón... pienso en el gif del tren.
>>Recojo la correspondencia, paso por la farmacia.
>>Resulta que eran dos paquetes; el repartidor hizo bien su trabajo.
>>Llego a casa, empiezo a abrir sobres y papeles.
>>Publicidad electoral; shiet.
>>Sobre tras sobre; shiet, shiet, shiet.
>>El corazón latiéndome fuerte; shiet, shiet, shiet, shiet, shiet.
>>Tiro las que sé que no me van a servir, las otras, para mañana.
>>Sigo mirando sobres... y sobres... y sobres...
>>Termino los sobres.
>>Ninguno de ellos es para presentarme a trabajar en las urnas.
>>...Se me calma el corazón.

domingo, 14 de abril de 2019

Consejos para ahorrar: 4.


1) Aunque he recomendado con anterioridad prescindir de servicios con suscripción de pago, a veces puede ser interesante usarlos. No obstante, cuidadín con aquellas aplicaciones y webs que te hacen aceptar un consentimiento automatizado de pagos. Puede ser que en un determinado mes no desees seguir pagándolo pero se te olvide darte de baja, por lo que el consejo sería que lleves un buen control sobre esta clase de cosas (agenda o similar).

2) Analiza tu estilo de vida. No seré yo quien te diga si debes o no ir a un sitio como el Starbucks, pero ten en cuenta que muchos sitios de ese tipo te venden algo intangible, como el sentimiento de "modernidad" de ese mismo negocio, o el sentimiento de "libertad" de una Harley-Davidson. A veces puede ir bien, y a lo mejor es algo que deseas o necesitas, pero recuerda que pagar por sentimientos no deja de ser alimentar algo que te da una satisfacción pasajera. Evita o limita esta clase de compras. 

3) Estimula tu imaginación y busca alternativas. Esto no es igual de fácil para todos pero, ¿sabéis de esa vez en la que necesitas una herramienta para hacer algo muy puntual que no volverás a hacer en meses o años? Quizás tengas algo en casa con lo que hacer el apaño y te ahorres una buena pasta en un trasto que solo va a coger polvo, o quizás tengas a algún conocido que te pueda prestar dicha herramienta.

viernes, 12 de abril de 2019

"Venga, hombre, ¡que somos amigos!"



Cada cual tiene su manera de enfocar la vida, desde luego, y no soy nadie para meterme en las decisiones de cada uno; es precisamente por esto que también tengo derecho a dar mi propio enfoque, a ejecutar mis propias decisiones, y a compartir mi opinión sobre el tema del que me sale de las entrañas hablar hoy.

Todo el que tenga ya una cierta edad y se haya visto en la necesidad de tirar de dinero para según qué cosas se ha encontrado de primera mano, o no tan de primera mano, con una situación similar a esta:

-"Buah, tío, se me ha jodido el timbre de la puerta y yo soy muy torpe para estas cosas".
-"Eso está to feo. Para eso tienes que llamar a un ñapas y al final te cobra un huevo por una tontería".
-"Oye, ¿Manolito no era bueno para estas cosas?"
-"Ah, pues ahora que lo dices... creo que sí, que a veces ayuda a su padre en el taller, seguro que se maneja bien".
-"Nada, nada, lo llamo y así me sale gratis, que para eso somos amigos".

Y a modo resumen, Manolito va, arregla el timbre, se le invita a dos cañas, y aquí no ha pasado nada. A simple vista no suena del todo mal, y seguro que Manolito lo ha hecho con todo el gusto del mundo, ¡que para algo somos amigos! Sin embargo... a mí me atufa un poco. No me malinterpretéis, no me parece mal del todo que no circule dinero entre círculos sociales de confianza (familia, amigos, colegas cercanos...), pero démosle una pequeña vuelta de tuerca. Quizás Manolito no es un profesional de las ñapas, o quizás sí, pero el caso es que es una persona humana que necesita comer como cualquier otra, y que tiene que pagar facturas. Manolito ha decidido de manera altruista hacerte un favor invirtiendo su tiempo y su esfuerzo por unas cañas, en parte por amistad, y en parte con la esperanza de poder cobrarse el favor algún día; nada serio, claro, es solo un timbre, pero Manolito tiene derecho a no ser tonto (hoy por ti, mañana por mí, lo típico). Todo esto parece lo más normal del mundo, entra dentro de lo tradicional y humanitario el que unos amigos se ayuden como si de un clan que vela por los suyos se tratase... pero digo yo, ¿tan horrible es pagarle a Manolito con dinero? Es decir... si Manolito no existiera, o si no conocieras a "un Manolito" que te pueda arreglar el timbre, habrías tenido que pagarle a un ñapas, ¿verdad? Una vez oí que el dinero es una representación física de los favores que le haces o debes a la sociedad, ¿qué hay de malo en reconocer el mérito de Manolito, y en premiar su tiempo y su esfuerzo con dinero tangible, ya que te ha hecho un favor? Algunos dirán que es que el dinero no cae de los árboles... y ahí es donde tengo que dar dos caladas silenciosas a mi puro imaginario para pararme a pensar, pues es cierto. Voy con una reflexión más al respecto.

Resulta que es todo un tabú social el dar dinero entre círculos sociales cercanos, muy probablemente por eso mismo que he dicho unas líneas más arriba. Me imagino a gente en plena posguerra, muertos de hambre y tratando de cuidarse unos a otros por no tener un real en el bolsillo. En tal caso, obviamente, consideraría totalmente perfecto no pagarle a Manolito... o mejor dicho, QUE SALGA DE MANOLITO el decirte "con lo mal que vas, ¿cómo pretendes que acepte tu dinero? A esta invito yo, y ya veremos a la próxima". Claro, si la cosa va mal estaría más que justificado pero, ¿y si la cosa va bien? Si la cosa va bien... ¿también recurres a Manolito para ahorrarte unos euros? Cada cual con su conciencia, pero a mí personalmente me parece un pensamiento la mar de ruin, y voy a explicar por qué. Cuando recurres a Manolito, estás haciendo que Manolito invierta tiempo y esfuerzo en ti a cambio de no gastar dinero en un ñapas. ¿No sería lo lógico, justo y ético invertir en Manolito, igual que él invierte su tiempo y esfuerzo en ti? ¡Y no hablemos ya de si quien te hace un favor tiene un negocio! Si resulta que Manolito tiene un negocio, creedme, a menos que sea un jodido Rockefeller montado en el dólar, toda ayuda económica le parecerá poca con la competencia tan bestial que tenemos encima.

No sé... no sé... No me quiero explayar más de la cuenta, pero pienso que habría que poner en tela de juicio un mogollón de tabúes y tradiciones que vienen de antiguo. Parece como que si le pasas dinero a un amigo por un favor estás faltando a una antigua norma ancestral y cayendo en algo grotesco y sucio. Parece como si el hecho de ser amigos te obligue a tener que renunciar a algo que mereces (si eres quien debería cobrar), pero yo no lo veo así, pienso que es una línea de pensamiento errónea y extremadamente cuñada, como se dice hoy en día. De hecho, pienso que si las cosas no te van mal, no debes tan solo pagar a tu amigo como harías con un ñapas, sino que además no estaría de más invertir en él incluso más de lo que pagarías a un profesional (todo con mesura y buen juicio, claro, que a lo mejor Manolito es un chapuzas y no te hace el arreglo que te haría un profesional).

Y como siempre, se llega a la misma conclusión: pensamiento crítico, pensar, cuestionar todo. Papá, mamá y la sociedad nos enseñaron muchas cosas buenas, pero no hay que seguirlas todas a ciegas.

sábado, 6 de abril de 2019

Un sueño la mar de extraño.



Mis más allegados sabrán que a veces tengo unos sueños verdaderamente raros, dignos de salir en un top de Dross. No es algo habitual, pero algunos se llevan la palma, y hoy me apetecía compartir en público el de anoche no tanto por lo raro que ha sido, sino por la sensación que me dejó en el cuerpo en las últimas horas de la noche. No espero ni deseo que nadie saque extrañísimas conclusiones sobre por qué lo habré tenido o qué significa. Sencillamente, relataré las partes que recuerdo a modo de resumen.

Pues bien, resulta que a pesar de lo pacífico que yo soy, y a pesar de que en general me gustan las leyes, este sueño empezaba de una manera bastante desagradable. Yo cometía un crimen bien gordo, no recuerdo si era un asesinato o algo así, y necesitaba desaparecer del mapa porque no me seducía la idea de ir a la cárcel. Muy casualmente, unos días antes un primo mío que no existe en el mundo real había sufrido un terrible accidente, y había quedado muy mal, sin posibilidades de recuperarse. Es decir, su cuerpo estaba en perfectas condiciones, pero estaba en estado vegetal o con sus capacidades mentales muy reducidas (tampoco lo recuerdo bien). El caso es que a su madre (es decir, a una tía mía que no existe) se le ocurrió una idea a lo Tim Burton con la que matar dos pájaros de un tiro: meter mi mente dentro de su cuerpo. Dado que ella aceptaba con resignación judía que había perdido a su hijo, se conformaba con ver cómo su cuerpo seguía moviéndose y viviendo, al tiempo que le hacía a su sobrino el favor que necesitaba, que era que yo me librara de la cárcel.

Y bueno... aquí es donde se remata la extravagancia del asunto; por medio de un procedimiento poco detallado (ya sabemos cómo son los sueños), en el mismo hospital en el que él estaba ingresado se hacía el cambio de mente (que no de cerebro, ojo). Lo sé... las absurdeces se empiezan a acumular, ¿cómo demonios va a intervenir la Seguridad Social en algo así, siendo yo un delincuente buscado? ¿Cómo se va a mantener intacta mi mente en su cuerpo, si el cerebro de mi supuesto primo debía estar bastante dañado tras su accidente? Pero bueno, vamos a lo importante. Resulta que el procedimiento ocurría de manera satisfactoria, y yo tomaba el cuerpo de mi primo manteniendo todo lo que yo ya sabía y conocía, por lo que debía cambiar de domicilio y empezar a vivir con mi tía, que ahora pasaba a ser mi madre. A partir de aquí, el sueño se convertía en una cosa de lo más normal, una convivencia madre-hijo sin nada especial: ella estaba relativamente feliz (todo lo que se podía, dadas las circunstancias), y yo podía seguir viendo a mi familia de toda la vida cuando me apeteciera, así que todo correcto y normal... salvo por un detalle.

Olvidé mencionar (a propósito) que mi accidentado primo era más joven que yo. Concretamente tenía unos 10 o 12 años menos, lo que me había metido en el cuerpo de un chaval en la edad de empezar una carrera. Y, ¿sabéis que es lo más extraño de todo? De alguna manera, mientras tenía ese sueño, mi cerebro se las apañó por bombardearme con una INCREÍBLE sensación de placer y de fuerza. Ya sé que tengo 30 años y no 80, pero el hecho de meterme en el cuerpo de alguien de 18 hizo que me sintiera totalmente renovado, vivo como nunca me he sentido. La sensación era muy parecida a la que siento cuando percibo la brisa de una tormenta de verano (que es una de las sensaciones más agradables que he experimentado en mi vida), pero multiplicada por diez, potenciada por toda la fantasía que se inventaba mi cabeza durante la experiencia. Así pues... imaginaos el final. Al despertar y verme donde estoy ahora (que no es que esté triste ni disconforme con mi vida precisamente), no pude sino pensar un "joder, ¡qué fastidio!". 

Sin dudas, una experiencia de lo más interesante, y que deseaba compartir con quien se pare a leer esto.

miércoles, 3 de abril de 2019

Dominación, sumisión, e hijoputismo laboral



Hoy vengo a hablar sobre un par de conceptos que me resultan fascinantes desde que empecé a estudiar etología animal allá por primero de carrera, los conceptos de dominación y sumisión. No, no veréis relatos sobre cuerdas, esposas y fustas (de momento).

Me gusta empezar estas publicaciones con definiciones, pero esta vez estoy perezoso y no quiero recurrir a la RAE. Podría decirse que una relación de dominación y sumisión se da cuando algún animal se aprovecha de otro (lo domina), y el otro termina aceptándolo (se somete). Esto puede ser desde una escena grotesca e indeseable como el hecho de que alguien te entalle por la calle y te hinche la cara a guantazos sin ningún motivo y sin obtener represalia (típica víctima que se queda congelada por el terror), hasta algo tan discreto como que un comercial te saque un 3% más tras una elegante y bonita negociación. Claro, dirán algunos que no es lo mismo, pues lo primero provoca un trauma de tres pares de cojones mientras que lo segundo a veces hasta te deja con una sonrisa, pero lo cierto es que al final, en concepto primigenio, el resultado es muy similar: el dominante consigue lo que quiere, que es comerse el espacio del dominado, sea en forma de céntimos, o de sufrimiento y estrés intensos.

Dada esta introducción, me meto de pleno en un asunto que está muy de moda y que, aunque por suerte yo no he llegado a padecer en mis carnes, sí que he visto casos muy de cerca. Como decía antes, la dominación puede adoptar formas muy diversas, pues no será lo mismo una situación consensuada y bajo control (ejemplo, juegos de cama), que una situación indeseable y violenta (ejemplo, el de arriba de la paliza por la calle), que una situación... llamémosla relativamente discreta, pero igual de indeseable, y es la que aquí voy a desarrollar. Dentro hipótesis:

Pensemos en una situación no tan rara, de un empleado que se encuentra relativamente indefenso ante su jefe. Quizás su jefe no es el mayor de los hijos de puta, y quizás el empleado no es el mayor de los pringaos, pero lo cierto es que el jefe es listo y tiene poder, y el empleado igual es también listo... pero no quiere arriesgarse a según qué cosas. Resulta que ambos son trabajadores de una gran empresa (tipo cadena de comida rápida), y al jefe le llega una orden de arriba: a partir del siguiente lunes, los trabajadores deben estar SIEMPRE puntuales en su horario, ya vestidos de uniforme, y ya listos con la cara al público. Además, resulta que se pone en marcha una campaña por la que mejorar la imagen de la empresa: a última hora, no se cierra la entrada de clientes hasta pocos minutos antes del cierre, lo que lleva a atender a 1 ó 2 clientes más por día, y a salir como 3 ó 4 minutos más tarde, a diario. Al empleado más sumiso y tontuelo no le importará mucho... total, son menos de 10 minutos de diferencia, y ni se lo plantea. Pero entonces llega el empleado que es más listorro, y se dedica a hacer cuentas: unos 6 minutos más al día, que son 30 minutos más a la semana, que son (tirando por bajo) 120 minutos más al mes (vamos por 2 horas), que son 24 horas más al año. Lo sé, no he contado con que haya vacaciones, pero tampoco he contado con que algún día se quede más tiempo (o menos). El caso es... si tirando un poco para abajo, esos empleados echan 20 horas extra al año, ¿alguien se las paga? "No", dice el jefe, "son medidas para mejorar la imagen de la empresa, tu horario sigue siendo el mismo que dice tu contrato, con un par de cambios pequeños. ¿De verdad vas a contar hasta los minutos que te toma cambiarte? Venga ya, hombre...". Esa y otras triquiñuelas son las que podría inventarse el jefe para el salir del paso. Las que le funcionen, bingo; las que no... las suplirá con otras, y así hasta que consiga recobrar el control. El resultado es que los empleados acaban echando unas 20 horas extra al año, no remuneradas, que no se pueden definir de otra manera que con la palabra ESCLAVITUD. Y todo, ¿por qué? Porque el jefe tiene una herramienta (el poder), que le permite imponer una relación de dominación y sumisión con sus empleados. Por medio de esa herramienta, consigue exprimir unos valiosos minutos diarios de esclavitud, que no son otra cosa que conformismo forzado.

Sí... le doy muchas vueltas a cosas así. Son temas en los que, pienso, todo el mundo debería pararse a pensar. Igual que en los consejos para ahorrar que doy aquí y allá, hay que saber manejar toda clase de economías personales, incluidos los tiempos de trabajo. Claro está que si te rebelas como individuo, y más en un trabajo de mierda, es muy probable que te acaben echando. Pero bueno... pienso que poner un granito de arena para crear conciencia y que cada vez sean menos los "individuos" que no se conforman es tarea de todos, y aquí pongo el mío.