jueves, 28 de junio de 2018

Homeopatía: ¿ciencia, confusión, o estafa?

Muy buenas, chavalada, hoy vengo a hablaros de un tema que trae de cabeza al mundo de la ciencia y la medicina en este nuestro s.XXI: la homeopatía. No vengo a defenderla ni a lapidarla de manera directa, sino a dejar claros unos cuantos conceptos que, pienso, la inmensa mayoría de la gente no tiene claros. Comenzaré diciendo que el principal problema que tiene la homeopatía... es que la mayoría de la gente NI SIQUIERA TIENE CLARO QUÉ ES, ya que, sorprendentemente, si le preguntas a personas diferentes, conseguirás respuestas extrañamente dispares. Así pues, si bien no me considero un experto en el tema, voy a elaborar esta publicación en base a los tres conceptos que a día de hoy se pueden encontrar por ahí en base a este tan controverso término.

Empezaré por el primero, que para no dar lugar a fallo, impulsaré sobre la voz de la razón en cuanto a definiciones se refiere, nuestra amiga, la subestimada RAE:

homeopatía
De homeo- y -patía.

1. f. Sistema curativo que aplica a las enfermedadesen dosis mínimaslas mismas sustancias queen mayores cantidadesproducirían síntomas iguales o parecidos a los que se trata de combatir.

Para aquellos que dispongan de un poco de menos cultura en este campo, traduzco: según esto, la homeopatía es una ciencia médica basada en tratar una enfermedad con una sustancia que provoque efectos similares a los de la propia enfermedad. ¿Cómo se come esto? Pues yo os lo digo. ¿Alguna vez habéis oído hablar del efecto rebote? Esencialmente, nuestro cuerpo, y muchísimos sistemas biológicos, tienen la capacidad intrínseca, por simple supervivencia, de reaccionar a una amenaza externa combatiéndola. Si te entra una bacteria mala, el cuerpo la intenta matar potenciando el sistema inmune contra ella. Si te rompes un hueso, el cuerpo intenta repararlo por medio de sistemas complejísimos que no vienen al caso. Y así, para casi todo lo que podáis imaginar. De esta manera, en teoría (pues es una ciencia muy, muy en pañales), si le das al cuerpo un estímulo dañino en muy poca cantidad, provocará la reacción a ese estímulo, pero no llegará a producirse (o empeorarse) la enfermedad por no llegar la cantidad de estímulo hasta lo suficientemente dañino. Hasta aquí bien. Es todo muy correcto y empírico, respetable, incluso. Con la mente abierta, y poniéndome un casco por si acaso, paso a la segunda definición.

Aquí empieza el follón. Tengo un amigo personal que me dijo una vez que "él estudió homeopatía". Le pedí una definición de homeopatía... y me acabó diciendo que es aquella medicina basada en remedios naturales, como corteza de nosequé, y savia de nosecuánto. Eso, amigos míos... no es homeopatía. Eso es medicina de herbolario, o medicina tradicional. ¿Hay algo malo en la medicina de herbolario? Pues... así a bote pronto, no, no lo hay. Es decir, los principios activos de un remedio de herbolario suelen estar en concentraciones poco estudiadas, y nadie te garantiza que vayan a funcionar. ¿Tiene antibiótico una sustancia de herbolario hecha para atacar infecciones? Pues seguro que sí, no seré yo quien lo niegue. ¿Te estás metiendo para el cuerpo también otros muchos compuestos que ni siquiera conoces? Pues probablemente, aunque si las cosas se hacen bien, irán especificados en su etiqueta, al igual que ocurre con los medicamentos de farmacia, que muchos de ellos están cargadísimos de sustancias excipientes bastante peligrosas. ¿Tengo algo en contra de la medicina de herbolario? Yo no, aunque prefiero la medicina de farmacia porque es la que está verdaderamente apoyada por estudios científicos (sí, siempre vuelvo a lo mismo). ¿Recomiendo la medicina de herbolario? Prfff... ni la recomiendo, ni la condeno. A quien le funcione, adelante. ¿Es la medicina de herbolario una estafa? Yo... pues no lo creo, oiga, aunque no confiaría en ella para casos complicados o enfermedades mortales.

Y llegamos a la madre del cordero... Más de uno sabrá de lo que hablo si menciono las "diluciones de uno a un millón", o la "memoria del agua". Amigos míos... hay una tercera homeopatía, que es la que destruye la ya de por sí escasa reputación de esta ciencia. Después de las dos que he mencionado, está la homeopatía falsa, la estafa a voces, lo que no tiene ninguna clase de respaldo científico y que es pregonado por determinados gurúes, chamanes, estafadores sin conciencia, conquistadores de la ignorancia, y destructores de la moral humana. Hay una homeopatía que... bueno, no puedo indagar en ella porque en cuanto leo dos frases seguidas sobre ella, me echo las manos a la cabeza y suelo dejar de leer. Solo puedo deciros que el agua, hasta donde yo sé, no tiene memoria. Que si usas un fármaco en una concentración de 0,0000000000000000000000000001%, es muy probable que ni siquiera llegue a tocar las paredes de tus venas como para que pueda llegar a hacer efecto. Que si diluyes muchísimo la concentración de ese mismo fármaco, no se liberan chakras, magia acuática, aceites informáticos, ni oros de la Zarzuela para curarte el catarro, ni mucho menos, el cáncer de tu abuela. Lo de siempre... por favor, no os dejéis engañar tan fácilmente, e informaos un poco.

En resumen: a mis ojos, la homeopatía REAL (la de la RAE) cuenta con un *ligeeeero* visto bueno, y os diré por qué. A día de hoy, en muchos campos de la medicina se está tratando de realizar "tratamientos equilibrados", y como ejemplo está lo que a día de hoy se conoce como "anestesia balanceada" (una mala traducción de su nombre inglés, si no estoy equivocado). ¿Qué es un "tratamiento equilibrado"? Es un tratamiento que busca curar una enfermedad atacándola desde varios sitios, con el objetivo de buscar sinergias entre diversos fármacos al tiempo que reduces la dosis de cada uno de ellos, provocando un efecto potenciado, y disminuyendo así sus efectos secundarios. Hasta aquí todo bien, ¿no? Suena todo muy lógico... Entonces, yo digo: aunque se ha estudiado muy poco al respecto, ¿no creéis que suena razonable utilizar la homeopatía como TERAPIA ACCESORIA? Imaginaos el siguiente caso hipotético: te da un catarro muy jodido, y el médico te diagnostica que es bacteriano. Te manda un antiiflamatorio para que no estés tan jodido y un antibiótico para combatir la infección, que es la combinación más habitual. ¿Y si a ese tratamiento le añadiéramos un tercer medicamento, homeopático, basado en una cantidad estudiada de lipopolisacárido bacteriano (LPS en adelante), lo suficientemente elevada como para excitar el sistema inmune, pero lo suficientemente baja como para que no sea dañina para el cuerpo? Ojo, lo del LPS capaz de estimular el sistema inmune lo leí alguna vez en un artículo científico, pero desconozco si existe un medicamento así, por lo que solo lo comento como posibilidad de futuro. Pensadlo. Rumiadlo. ¿Funcionaría? Ni puta idea. ¿Merecería la idea estudiarlo? Para mí, sin lugar a dudas. ¿Significa esto que la homeopatía EXPERIMENTAL merece una oportunidad? Bueno... ¿por qué no?

Actualización del 3/8/2020 ==> Tras discutir este tema con un par de personas, veo necesario añadir una aclaración: cuando hablo de la "homeopatía científica", del uso de LPS como tratamiento accesorio, o de cosas así, NO HABLO DE COSAS REALES Y/O CONOCIDAS POR MÍ, sino de conceptos sacados de la deducción y el sentido común. No tengo constancia de que existan medicamentos basados en la que yo llamo "homeopatía real" ni nada parecido, tan solo los comento como posibilidades de futuro.

martes, 26 de junio de 2018

Influencers ancestrales

Tiene ya sus añitos, pero bueno, solo quería dejar esto aquí como prueba de que ya había influencers antes de que se pusiera de moda el anglicismo.

lunes, 25 de junio de 2018

Sesión de espiritismo cántabro

Lunes, 11 de la mañana, mi jefe tiene una videoconferencia con sus equivalentes de otras comunidades autónomas para asistir a una conferencia cuyos detalles no vienen al trapo. Y como el señor estaba hasta arriba de trabajo, pues me envió a mi para tomar nota de las cosas más importantes (no penséis mal, era una conferencia bastante corta y sencilla). Llego a la sala de conferencias medio nervioso porque no sabía con qué iba a encontrarme. Se me pasó rápido, era una tarea fácil, la ponente se enrollaba mucho y lo importante eran solo cuatro cosas. De hecho... era una tarea demasiado fácil, hasta el punto de aburrirme en pocos minutos y empezar inconscientemente a buscar cosas con las que entretenerme. Miro a la pantalla: veo las diapositivas, y las cámaras de los equivalentes de mi jefe, preguntándome "¿yo no salgo ahí?". Total, que sigo buscando cosas... Veo una silla a mi lado, y empiezo a juguetear con ella, a darle con el pie para un lado y para otro. Y así me pasé unos cuantos minutos.

Pasa como un cuarto de hora, la videoconferencia va llegando a su fin, y vuelvo a alzar la guardia. Miro a la pantalla de nuevo, y veo algo de lo que no me había percatado: no en paralelo con las cámaras de los representantes de las otras CCAA, había una cámara más, en la que no había caído porque estaba en la esquinita de la pantalla. "¿Será la mía?", pensé... pero no podía ser, porque solo se veía un respaldo vacío. Miro un poco más cerca, y sumo dos y dos: el cacharro grande de la mesa de conferencias, que supuse, era cámara+micrófono, apuntaba directamente hacia la mesa a mi lado... sí, esa que me pasé unos minutos moviendo. Me da por moverla una vez más, mirando hacia la misteriosa cámara vacía en esta ocasión... y se movió. Desde que me fui para decirle a mi jefe que aquello había terminado, hasta un par de minutos después, estuve riéndome solo, como un auténtico subnormal. Los jefes de las otras CCAA estuvieron viendo desde primera línea y durante un buen rato cómo la silla de Cantabria se movía sola.

sábado, 23 de junio de 2018

¿Qué es Federicadas?

Federicadas es un blog personal donde el usuario (servidor) hablará sobre aquello que se le ocurra o que considere interesante. Así pues, ¿qué clase de contenidos puede el lector esperar encontrar aquí? En principio, un poco de todo. Con mayor o menor constancia, entre los temas que pretendo tratar se encuentran algunos más trascendentes como problemas de sociedad (vistos desde mi humilde opinión), algunos más técnicos y relacionados con mi formación (ciencia, acuicultura, bienestar animal), y algunos más pachangueros y de ocio como podrían ser críticas de productos audiovisuales (pelis, series, y videojuegos). Por último, y no por ello menos importante, aprovecharé también para dar visibilidad aquí a mi obra, pues me gusta escribir en los ratos libres.

viernes, 22 de junio de 2018

Señor indignado, suba al estrado.


Y es que aquí comparezco, ilustrísimas e imaginarias excelencias, indignado, ¡cabreado! Y no es para estar de otra manera, rodeado como estoy de montones de noticias indignantes y cabreantes: que si lo de los inmigrantes, que si lo de la corrupción, que si lo de los equipos de fútbol que deben cientos de millones, que si esto, que si lo otro… ¿Pero saben qué es lo que más me indigna y me cabrea en el día de hoy? Que acabo de cerrar el chat con mi pareja tras leer que acaba de sacar el coche del depósito de la grúa. Más de doscientos cincuenta machacantes y, ¿saben por qué? No, claro que no lo saben, pero aquí estoy yo para contárselo.

Soy estudiante, y mi pareja en esencia también, pues está estudiando por libre para algo que a ustedes, de seguro, no interesa. Con esto no quiero decir más que, aunque no somos unos ninis, no percibimos ninguna clase de remuneración a día de hoy, así que imaginen lo que pica la multa de más arriba. Imagínense mi cara mientras le explicaba a mi padre que aquello no había sido por mi culpa, y es que así ocurrió: vivimos en una ciudad grande, de estas en las que si no tienes una plaza de garaje estás obligado a aparcar en las afueras y volver a casa en metro (todo muy lógico, pero esa es harina de otro costal). A esto que, preguntándole a mis compañeros de clase, me enteré de que se podía aparcar en las inmediaciones de la Universidad; que había aparcamiento gratis, decían… El lugar está más cerca de nuestra casa que los aparcamientos típicos de las afueras, desde luego, merecía la pena sondear la posibilidad, y por eso lo hicimos. Con más miedo que vergüenza, oteamos el territorio: ni una zona azul; ni una zona verde; ni una zona naranja, colorada, o rosa; ni una zona de ningún color que no fuese blanco; ni un cartel de aviso o señal de prohibición que nuestra humana condición nos permitiera ver. Sospechoso… demasiado bueno. Seguimos mirando, por si acaso, y encontramos una ligera incompatibilidad con el plan: un aparcamiento anexo cercado con una barrera, exclusivo para profesores. Pero como aquello no tenía que ver con nuestra zona de aparcamiento… bueno, no nos afectaba, ¿verdad? Nada, diez minutos más de dar vueltas y de sospechar, y acabamos por ceder al optimismo: aparcamos, pues había sitio de sobra, y nos alejamos. No mucho más allá vimos a una pareja de guardias civiles, y como la vida nos ha hecho así de desconfiados, pues les tuvimos que preguntar. Que si podíamos aparcar gratis allí, les preguntamos. Que si era zona blanca y no el aparcamiento de profesores, sin problemas, nos respondieron, añadiéndole una sonrisa. Pues nada… era viernes, todos felices; yo me fui a clase, y mi pareja, a casa.

Lunes, y la paranoia volvió a asaltar mientras yo estaba en otra de mis clases. “¡Ve a mirar el coche antes de volver, porfa!”, me dijo por el móvil. No lo niego, entre olvidos y pereza, lo dejé pasar, mea culpa. Pero… estaba en zona blanca, ¿no? No había posibilidad de que algo se torciera… ¡¿NO?!

Martes, y aquí, hasta a mí me llegó la picazón de la sospecha. Fui al aparcamiento… y vi un triangulito verde donde debía haber un modesto coche azul, con el teléfono de la grúa, y con la matrícula del susodicho apuntada, por si quedaba alguna duda de lo que había ocurrido. Maldita fuese mi estampa… Pateada se encontrara nuestra suerte… Vilipendiada fuese nuestra experiencia… Picoteado terminara nuestro bolsillo… Y aquí me encuentro ahora. Sin una fuente propia de ingresos, con menos dinero, y con un mosqueo de tres pares. Con un padre que, dentro de lo que cabe, comprende que aquello no se debió a mí, y con la absurda idea en la cabeza de que nosotros no hicimos nada mal. Y mientras, otros tantos por ahí que se nutren de la ignorancia de las masas, llenándose los bolsillos mientras se les perdonan deudas millonarias. Lo sé, lo sé, sé lo que me van a decir: que aunque vendan idiotez, son un motor económico; que sarna con gusto no pica; que si les cerraran el chiringuito, el país perdería una gran fuente de financiación pública porque, de sus grandes ingresos, se recaudan grandes impuestos… Qué quieren que les diga, a mí no me renta.

Y ya para terminar, dirán ustedes: muchas palabras llevas, indignado. ¿Dónde está mi historia de fútbol? Envuelta en un venenoso sobre, ilustrísimas e imaginarias excelencias, y al primer párrafo los remito. Me explicaré: ¿y si yo les dijera, pues enterado me he, de ello, que mi Universidad linda físicamente con el campo de fútbol de uno de los más grandes equipos del país? Tranquilos, no resoplen aún, déjenme continuar… ¿Y si les especificara que, durante aquel fin de semana, tuvo lugar un partido importante que se celebraba en casa? Lo huelo, lo noto… es el aroma de la sospecha, que empieza a humear desde sus cabezas. Ya termino… ¿Tan malicioso sería atreverme a deducir que, a falta de carteles a la vista, la Universidad ceda parte de sus aparcamientos cuando hay un partido así? Sabiendo cómo está de mal la financiación de la investigación por aquí, sinceramente, no me parece nada descabellado. La pela, señores, la pela… la sucia y mezquina pela…

Ilustrísimas e imaginarias excelencias, desde mi asiento, indignado y cabreado, no me queda más que alegar.

miércoles, 20 de junio de 2018

Pics or it didn't happen

Hoy es un día triste, porque me ha pasado algo increíble, pero nadie me creerá. No obstante, que no sea por mi mano por la que esto se pierda en el olvido.

Estaba cocinando, haciéndome una pasta a la carbonara (que, por cierto, me salió riquísima). El caso es que mientras pasaba la cebolla... los astros se han alineado. He golpeado sin querer un taquito de cebolla, y ha querido la probabilidad que, entre el impulso y los vapores de la sartén, el taquito haya quedado en un perfecto equilibrio de fuerzas, quedándose como 5 o 6 segundos girando sobre uno de sus vértices como si fuera una peonza. ¿Cuál es la maldita probabilidad de que ocurra eso?

No tuve ocasión de sacar un vídeo... no tuve ocasión de sacar fotos... nadie lo creerá... Hoy es un día triste... Sad Fede is sad... :'( .

martes, 19 de junio de 2018

Dictaduras sociales

Muy buenas, hoy os traigo una Federilosofada cogida de la mano de un Fedeconsejo. En contra de lo que el título pueda sugerir, no voy a hablar sobre el concepto de la dictadura como tal, ni sobre política, sino sobre un par de conceptos que están muy a la orden del día como son un par de dictaduras auto-impuestas por la propia sociedad:

En primer lugar, hablaría muy escuetamente sobre la "dictadura de lo políticamente correcto" que está ya muy trillada, más de uno sabrá de lo que hablo. En pleno s. XXI, desde el más tonto hasta el más listo tiene acceso a redes sociales, y a un modo de expresión masivo capaz de llegar a mucha gente. Ojo, yo no digo que eso esté mal, pero claro, es muy peligroso. Estamos ya hartitos de ver a ese estereotípico personaje difícil de tomar en serio que se ofende por todo, ya sea por cosas más o menos respetables, o por cosas que rozan con la sátira humana. No entraré en detalles, simplemente comentaré a modo de consejo que a menos que seas una persona relativamente importante (un famoso, un influencer, o algo así)... en fin, no me voy a meter en tu vida, pero no te va a rentar mucho pelearte con esta clase de gente, máxime, cuando muchos de ellos tienden a expresarse de una manera muy pasional que suele atraer la atención de masas igual de poco serias que ellos. Estará en tu mano el saber si te renta o no, pero al final del día es probable que encuentres útil y práctico el no pelearte con esa clase de individuos a menos que realmente tengas algo que ganar. Quizás, a cambio de ahorrarte 15 minutos de pregonar en el mar, los puedas invertir en algo útil, y al cabo de un año te des cuenta de que han sido muchos "15 minutos" que, al juntarlos, te han permitido conseguir algún objetivo de vida. En resumen: guárdate de gente tóxica, haters, y otra clase de energúmenos del estilo a menos que tengas algo para ganar. No digo con esto que haya que huir de los problemas, sino que hay que saber cuáles son batallas que merece la pena luchar, y seleccionarlas con sabiduría.

En segundo lugar, y esta me llama más la atención porque la veo menos a menudo, hablaría de la "dictadura de la sonrisa". Puede que algunos de los que lean esto sepan de lo que hablo... Típico caso: tienes un mal día en el curro, con los amigos, con la familia. Estás triste, no te apetece sonreír, ese día te habrías quedado en la cama porque te ves superado por lo que sea. Y encima, te llega alguien (con su mejor intención, todo sea dicho), y te dice que sonrías, que todo se cura con una sonrisa. Bueno, para todo hay matices. Que conste que yo soy un tío al que le gusta enfrentarse a la vida con actitud positiva, pero no es lo mismo mantener una actitud positiva, que apoyar la "dictadura de la sonrisa". Alguien me dijo una vez que con nadie vas a pasar tanto tiempo como contigo mismo, y que por lo tanto lo mejor que puedes conseguir es poner paz en tu propia cabeza y caerte bien a ti mismo. Esto me recuerda a una de mis citas preferidas, una típica frase del mundo de los emprendedores que dice algo así como que "la mayor parte de los problemas de la vida existen solo en tu cabeza, aprende a dominarla". Algunos pensarán que me estoy contradiciendo con lo de más arriba, así que voy a explicarme matizándolo un poco más.

Para casi todo hay grados, creo que en eso estaremos de acuerdo. ¿Cuándo enfrentarse a un problema con positividad y con una sonrisa, y cuándo dejarse llevar por la tristeza? Eso, me temo, es algo que marcará el reloj biológico y el aguante de cada uno, pues hay gente muy sentimental y vulnerable, y otros que son más fuertes. Algunos han tenido una vida muy dura y eso los ha fortalecido, mientras que otros han tenido esa misma vida muy dura pero quizás resulta que tienen una mente más sumisa que los primeros, y no solo no se han fortalecido, sino que se han hecho un ovillo en lo hondo de su alma. ¿Qué es más correcto? No hay una respuesta buena aquí, Hulio, cada cual debe hacer lo que le dicte su cuerpo y su mente. Mi consejo es que SIEMPRE que os veáis capaces de sobreponeros a la tristeza y la depresión, lo hagáis sin dudarlo para hallar una victoria, aunque quizás algún psicólogo me diría que eso no es bueno porque también hay que dejar rienda suelta a la tristeza de vez en cuando para no reventar por un costado. Sinceramente, esto último es algo que se me escapa y podría (o no) ser verdad, de modo que mi consejo final es que procuréis siempre tirar hacia adelante, pero no porque "es lo bueno, lo guay, y muy millenial y de triunfadores", sino que lo hagáis en aquellas ocasiones en las que verdaderamente os veáis capaces de superar una bofetada de la vida sin dejar un asunto sin resolver. En otras palabras: sonreír es bueno; sonreír al aprender de una desgracia y salir más fuerte, también es bueno; forzar una sonrisa ante una desgracia, sin tener un motivo real para hacerlo... pues quizás no lo recomiende tanto.

sábado, 16 de junio de 2018

Sobre ignorancia y ciencia

Muy buenas. En esta que va a ser, aparte de la introducción, la primera de (espero) muchas publicaciones, voy a hablar sobre los temas que la encabezan. En el mundo en el que vivimos, del que no hará falta que diga mucho para que se entienda por dónde van a ir los tiros, la información se vuelve cada día más importante y poderosa. Vemos día tras día cosas como menús infantiles con galletas petadas de azúcar, ancianos que se creen que con un paseo de 10 minutos tienen bastante para cuidar su cuerpo, y animalistas que se creen que el medio natural es inocuo para el bienestar de sus habitantes. Así pues, ¿cuál es la raíz de estos males? Fácil de decir: la ignorancia. No voy a descubrirle a nadie la pólvora, y no le voy a decir a nadie que para salir de esa ignorancia haga falta hacer una carrera, un máster, y un doctorado, pero sí que quiero poner aquí mi granito de arena para solucionar un problema que, pienso, es bastante grave a día de hoy, que no es otro que el de saber qué información es buena, y qué información es mala.

Ayer mismo vi una cosa que me puso los pelos de punta: un fragmento de una entrevista en la que un tipejo con traje decía (palabras no literales) que un toro de lidia no sufría durante el toreo porque, en el fragor del "combate", sus nervios se tensaban, y eso hacía que pasasen 20 minutos hasta que pudiera percibir la sensación dolorosa. Para más inri, añadía que eso estaba estudiado y probado por los científicos... en fin. Por si acaso alguien está taaan desorientado como para preguntarse sobre esto, no, esto no es cierto, pues las transmisiones nerviosas son uno de los mecanismos fisiológicos más rápidos que existen en la naturaleza, mediados por electricidad, y potenciados por determinadas estructuras que hay en los nervios de los cuales no voy a hablar ahora mismo. Como no quiero que me salga un post enorme e imposible de leer, acortaré.

Casi todos lo hemos vivido: mamá nos manda un whatsapp y nos sale una publicación DIVULGATIVA en la que nos sueltan un trocito de caca envuelto en un papel cutre de supuesta verdad (y eso cuando no es una noticia de hace 5 años...). Y no hace falta irse al whatsapp ni a las entrevistas de la tele: todo el puñetero mundo está que se viene abajo de información falsa, ya sean mentiras inmorales (sí, en pleno s. XXI todavía existen los estafadores) o distorsiones de la realidad que, en muchas ocasiones, ni siquiera se hacen con mala intención. ¿A qué podemos hacer caso? Sintiéndolo mucho, no hay una respuesta fácil para esto, pues no hace más que unos años desde que echaron a un investigador de una universidad española por inventarse los datos de sus investigaciones. No obstante, y atendiendo al sentido común, sí que puedo recomendar de una manera bastante fiable lo siguiente: si quieres la verdad de algo, busca muchas fuentes diferentes sobre lo mismo y contrasta la información para sacar conclusiones fiables. Si lo que quieres es basarte en una sola fuente... solo puedo recomendarte que busques un texto científico. Un servidor, que se considera relativamente bien informado (y matizo el "relativamente"), tardó casi 25 años de vida en aprender lo que era realmente la ciencia, y el cómo funciona. Y es que aquí es donde viene la madre del cordero: ¿qué es un texto científico? No, amigos míos, un texto científico no es una entrada de blog en "I Fucking Love Science" (si bien este blog, que en parte recomiendo, suele apoyarse en fuentes científicas para sus publicaciones). Un texto científico es un artículo de puño y letra de un investigador, compuesto de un resumen, una introducción, un material y métodos, unos resultados, una discusión, y unas conclusiones (según el artículo, puede ser que falte alguna de esas partes), y no suelen ser precisamente lecturas divertidas y suaves. Lo lógico, dado que son artículos que necesitan captar la atención de una buena revista científica, es que sean textos altamente técnicos, espesos, enrevesados y, en muchos casos, redundantes en terminología. ¿Qué tienen de bueno, entonces? Pues que a menos que el investigador sea un chapucero o un mentiroso sin escrúpulos, debe relatar paso a paso todo lo que ha hecho, desde la cantidad de fotos que tomó, hasta los tiempos y temperaturas en las que realizó su experimento. En otras palabras, aunque los errores humanos existen, un texto científico encierra VERDAD en su estado más puro, basada en un protocolo experimental, en un empirismo, y en el principio de la repetibilidad (esto es, poder trasladas unas condiciones a cualquier parte, y obtener unos resultados idénticos).

En base al párrafo anterior, añado que para realizar investigaciones SERIAS hacen falta dinero, personal, tiempo, y profesionalidad. Hay algunos reactivos laboratoriales que cuestan cientos (o miles) de euros para tan solo unos cuantos usos. Hay animales transgénicos que cuestan la misma cantidad POR UNIDAD. Hay circunstancias laboratoriales que requieren de inversiones bestiales para crear un auténtico búnker que proteja las condiciones que se requieren para un experimento concreto... ¿qué os hace pensar, entonces, que si sale un vídeo de youtube de una rubia de bote poniendo cara de cinismo, hablando sobre lo mal que lo pasan las vacas de ordeño, y poniendo muchos primeros planos de los rincones más sucios de una granja, sea capaz de llevar tan solo una pizca de razón? La información es poder, y la buena información es cara. Nadie ha dicho que aprender sea fácil, y nadie ha dicho que alcanzar la verdad esté al alcance de todos. Cuando yo estudié, pensaba cosas como qué era eso en lo que trabajaban las universidades, si ya se sabía todo... y sí, yo también era un ignorante, y lo sigo siendo, aunque cada día un poquito menos. Si miráis unos cuantos artículos científicos, os daréis cuenta de que muchos de los mejores suelen acabar con una frase del estilo de "a pesar de nuestras conclusiones, todavía hace falta mucha investigación en el campo", y vaya que si tienen razón.

Se me quedan muchos conceptos en el tintero, pero como es mi primera publicación y llevo ya 4 párrafos, voy a parar aquí, creo que la idea se entiende. Desde aquí os deseo que tengáis un buen día, que no seáis tontos, y que no os dejéis estafar por los magufos y la pseudociencia.