Como ya comenté en la introducción, uno de los otros dos compañeros de piso apenas quería nada con nadie, así que sentir una presencia que no fuera la nuestra significaba en el 90% de los casos que el mismísimo JC en persona había entrado en la vivienda (o salido de su cuarto). Esto ocurrió por el principio del curso... sabíamos lo que había, vaya, el Friki y yo éramos cuasi-veteranos (era mi segundo año, y el tercero para él), lo que nos daba obviamente la pequeña responsabilidad de enseñar algunas cosillas, porque nadie nace sabiendo. Lo sabíamos: era el primer año fuera de casa para JC, y era esperable que el chaval tuviera alguna que otra cagada, todos los que hemos estado en pisos de estudiante las hemos tenido, pero aquella fue una de tantas que involucró al coprotagonista de esta serie, y no podía quedarse fuera.
Allí estaba yo, incauto ante el futuro inmediato que me esperaba. Creo recordar que me encontraba jugando a la XBox en el salón despreocupadamente, con mi amigo el Friki. Y lo sentimos: JC entró en la casa, habiendo vuelto de sus clases. Era la hora de comer, pero nosotros estábamos enfrascados en matar monstruos, así que no teníamos prisa. En una de estas, que empezamos a sentir a JC dando vueltas, como preocupado, hasta que abrió la boca.
-Eh... e-esto... ¿Fede? -abrió el diálogo, nervioso.
-Dime.
-Eh... E-estoy aquí mirando una sopa de fideos i-instantáneos japoneses, y resulta que... -Ahí se quedó, y pasaron los segundos.
-¿Qué resulta?
-P-pues... que... que están caducados. -Miré atrás, y le dediqué una sonrisa.
-Bueno, pasa en las mejores familias. ¿Cuánto hace que caducó? -JC miró su reloj.
-Catorce horas -respondió, y lo miré perplejo.
-¿Caducó ayer? -le pregunté de nuevo, a lo que respondió con una afirmación sorda-. Bueno, no te preocupes. Yo de ti me la prepararía igualmente, y vería si huele mal o no, a lo mejor puedes salvarla.
-Pero... pero está caducada... -comentó, realzando la obviedad.
-Sí, sí, pero esas fechas son aproximadas, las ponen las casas comerciales para cubrirse. Normalmente... por un día no pasa nada.
Por el momento, ahí quedó la cosa. El Friki y yo seguíamos viciados a la consola, y JC quedó en segundo plano. Poco sabíamos... Pasaron unos minutos y escuchamos un chapoteo desde el cuarto de baño, al cual no dimos importancia alguna. Dos minutos más y...
-Eh... e-esto... ¿Fede? -reabrió el diálogo, perturbado.
-Dime.
-Eh... Es que como me daba miedo que me fueran a sentar mal unos fideos instantáneos japoneses caducados... pues los he tirado -aclaró el muchacho.
-Bueno, tú mismo. Yo creo que deberías haberlos calentado por lo menos, pero allá tú -contesté con pena.
-Ya... Pero... E-el problema es otro -añadió.
-¿Qué pasa?
-Pues que... Como me daba asco que estuvieran caducados, no me he atrevido a tirarlos por el fregadero. -Aquí, abrí mucho los ojos.
-¡¿Fregadero?! Macho, tíralos a la basura. -No obstante, caí en la cuenta del hecho de que "no" los había tirado por ahí-. ¿Pero dónde los has tirado?
-Pues eso... Que me daba asco mezclarlos con el sitio donde fregamos, los he tirado por la ducha. -El Friki se rio, y se echó una mano a la cabeza.
-Bueno, límpiala y ya está, no te preocupes. -JC siguió dando vueltas, indeciso ante al perspectiva de su nueva pregunta.
-Pero... E-esto... ¿Fede? Que digo yo... Que me da asco quitar los fideos del sumidero... Como están caducados... -En mi frenesí videojueguil, ni siquiera había caído en el detalle de que los fideos tienen una estructura sólida, y que no fluyen por un sumidero como lo haría el caldo. Le dediqué una nueva mirada de perplejidad al Friki.
-A ver, JC, los fideos no se vuelven radiactivos al caducarse, límpialo y ya está. -Aportó mi compañero de juego-. Para la próxima, ya sabes, tiras el paquete a la basura, sin abrirlo y sin nada.
-Y-ya... Pero claro, ya está hecho... -La inexorable verdad que contó en esas palabras me hizo sentir un poco de lástima.
-Bueno, ya. Pero, ¿qué quieres que le haga?
-N-no sé... Vosotros sois de veterinaria, ¿no? ¿No tenéis por ahí unos guantes sanitarios de protección, para ponerme a quitar fideos?
<<Paciencia, Fede, paciencia>>, me dije. La situación era ya lo suficientemente absurda, por lo que no quise darle más aspavientos. Me levanté sin mediar palabra, le "regalé" un guante sanitario de protección (un guante de látex, vaya, de los que van en paquetes de cien), me dio las gracias, y se dispuso a limpiar el estropicio. Cuando terminó se retiró a su cuarto, y el Friki se levantó de un salto para ver el resultado final. Volvió del cuarto de baño con cara de pocos amigos.
-Anda que el muy hijoputa va a tirarlos por su ducha, ¿sabes? Los ha tirado por la nuestra -aclaró en un susurro airado.
Ufff... JC...
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