lunes, 22 de octubre de 2018

Las aventuras de JC: Ascenso incierto.

Esta será un poco más corta, sencillamente porque fue una cosa muy puntual. Sin embargo, dada la risa que me dio cuando me lo contaron, no podía faltar.

El coprotagonista de esta anécdota no fuimos ni el friki ni yo, sino otro amigo nuestro, el grandioso Manolillo. Quisiera destacar el detalle de que las normas permitían meter coches en nuestra residencia de estudiantes, pero no dejarlos aparcados de manera indefinida dentro, por lo que un coche dentro de la residencia implicaba una carga/descarga, o algún asunto fuera de lo habitual. El caso es que nuestro Manolillo iba sorteando las columnas de los portales camino a su casa (vivía en un bloque distinto al nuestro si no me falla la memoria), cuando el motor de un coche llamó la atención. Nuestro amigo se giró, y no pudo sino maravillarse ante lo que vió: un coche nuevecito, rojo y descapotable (de nuevo, si no me falla la memoria), pilotado por el inigualable JC, un JC, por cierto, que sonreía lleno de confianza, como si le fuese a salir un brillo de estos de los anuncios antiguos de pasta de dientes en cualquier momento.

-Hola, Manolo -comenzó el nuevo conductor, pues supimos días antes que tenía el carné recién sacado.

-Muy buenas, JC -respondió Manolillo-. ¿Coche nuevo?

-Je, je... ya ves... -JC desvió la mirada hacia el portal que tenía delante, justo ante el que había estacionado-. ¿No subes? -Manolillo negó con la cabeza con energía.

-Qué va. -En aquel momento, JC quitó el contacto de su coche-. Pero vamos, que tú tampoco.

-¿Y eso?

-Porque yo no vivo en este portal, ni tú tampoco.

JC se mostró dubitativo por unos instantes. Rápidamente, su rostro pasó hacia la extrañeza y,  tras confirmar el número del portal con una mirada, finalmente anidó entre las ramas de la vergüenza momentánea. Con una cordial despedida de la mano, volvió a arrancar su coche y lo trasladó hacia su portal, que era el nuestro.

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