lunes, 10 de septiembre de 2018

Ciencias sociales ficticias

Allí estaba él: un ser humano como otro cualquiera, pero situado en una época distinta, en algún momento de un futuro muy, muy distante. Al salir de su cámara hiperbárica de hibernación, un dron lo peinó y le limpió unas legañas que bien podrían pasar por babosas de Urano; otro le ajustó sus zapatillas, que se amarraron de manera totalmente automatizada; otro, que emanaba un hipnótico y apetecible olor a café recién hecho, le tendió una taza de aquel marrón néctar, abriendo su apetito para las cápsulas nutricionales con las que otro lo obsequiaría en unos instantes. Todo maravilloso, cómodo, fácil… ¡puro progreso! No obstante, todo normal para alguien como él, que viajaba en una lanzadera con destino a una colonia terrestre entre las lunas de Saturno; alguien, al fin y al cabo, adaptado a aquellos increíbles tiempos.

Pero… sintió una corazonada: una resonancia en el mismísimo cosmos predijo que estaba por vislumbrar algo asombroso, rompedor, ¡colosal! Con la cabeza a medio despertar encendió sus gafas 3D. Mientras las patillas le regalaban el sonido, en sus retinas se proyectó directamente la imagen de una chica que ya conocía, sujetando una caja de reciclatodo.

¿Energías renovables? ¿Economía circular? ¡Cosas del pasado! ¡Apuesta por el innovador…! 

Había visto aquel anuncio un centenar de veces, pero lo sentía… estaba cerca. Cambió de canal, y la imagen mostró en esta ocasión a un par de científicos que mantenían una encarnizada tertulia de cierto nivel.

—El teletransporte a corta distancia fue toda una revolución, pero se lo aseguro: a este paso veremos viajes en el tiempo muy…

Un tema interesante, pero tampoco era lo que quería ver en ese momento. La imagen volvió a pestañear, se transformó en un informativo que se emitía desde algún lugar de la Tierra… y su corazonada se exacerbó. Lo supo, ¡estaba allí! Vio a unos hombres trajeados en una habitación amplia que recordaba a un antiguo pero elegante senado romano. Uno de aquellos hombres subió a la tribuna y, tras aclararse la garganta, proyectó un holograma cargado de letras en el centro de la sala antes de empezar a hablar.

—Honorables diputados, resumen de los puntos a tratar: número uno, subida de las pensiones; número dos, instalación de políticas de transparencia, trazabilidad de presupuestos, y persecución de la corrupción política; número tres, valoración de una reducción de los sueldos de los presentes; número cuatro…

El nuevo presidente electo de la Unión Terrestre habló… habló… y continuó hablando por largo rato mientras el pulso de aquel viajero espacial se aceleraba. Aquello era lo que tanto esperaba, lo más sorprendente que había visto en toda su vida. Salivó, saboreando el verdadero progreso, sintiéndose como si formara parte de una obra de fantasía.

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