jueves, 30 de mayo de 2019
Lluvia y yo con estos pelos.
>>Sé yo.
>>Vas a Noruega con escaso equipaje, la facturación no es gratis.
>>Llega el jueves, día festivo, pero tienes que trabajar.
>>Te levantas, llueve.
>>...No echaste paraguas.
>>...Shiet.
>>Te llama tu compañero, que tienes media hora más.
>>Hay que improvisar un paraguas, Fede.
>>Buscas en la casa, ves las bolsas de basura.
>>Ya lo hiciste una vez, Fede, ¿qué podría salir mal?
>>Ves el cubo de basura, aún sin usar.
>>...Te encaja demasiado bien en la cabeza.
>>Pero sigues mirando.
>>¡Las bolsas del Rema1000!
>>De tela impermeable, perfectas.
>>Echas una al bolsillo.
>>Miras el reloj, vas tarde.
>>Shiet, a correr.
>>Sales de casa. Lo primero que ves, la puerta del vecino.
>>...
>>...
>>Picas al timbre.
>>Can you lend me an umbrella pls?
>>Te lo presta, obvio.
>>Vas al curro, con una bolsa del Rema1000 en el bolsillo y pensamientos de bolsas de basura.
domingo, 26 de mayo de 2019
Consejos para ahorrar: 6, edición viaje.
Mañana me toca "comenzar" un viaje largo (noche en Madrid, y avión a Noruega al día siguiente), y dado que hace ya un tiempecito que no hacía uno de estos, nuevamente se me han ocurrido detalles para ahorrar, en este caso, relacionados con viajes de este estilo. Dado que ya puse uno relacionado con viaje en coche propio, este irá enfocado a viajes potentes, tipo avión, tren, barco... y a ser posible, de larga duración. Ahí vamos:
1) La más obvia: el viejo dicho de "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Cuando se trata de viajes, cuanto antes compres el billete, más barato te saldrá. Un típico billete de Renfe te saldrá más barato si lo compras con 2-3 semanas de antelación (o más, si es un viaje con bastante demanda), pero si es un billete de avión, te sorprenderá la cantidad de pasta que puedes llegar a ahorrar comprándolo con un trimestre de antelación, o incluso más. No siempre será posible, claro, a veces la organización no depende de uno mismo y toca amoldarse a lo que hay... pero cuando sea posible, sé previsor con estas cosas.
2) Los malditos extras: esquívalos TODOS. Puedo entender que a alguien le sobren unos eurillos en la cartilla y quiera pagar por un seguro de viaje, o que seas una persona mayor con ciertas necesidades y quieras pagar por algunas comodidades, pero fuera de lo más indispensable, verás que en casi todos los billetes te intentarán colar mil mierdecitas que no necesitas. Es la misma canción de siempre, procura no pagar por "sentimientos efímeros", lo que quieres al final es viajar de un punto A a un punto B.
3) El equipaje... Maldita sea xD. Llevo casi todo el día organizando mi maldito equipaje, y todavía me quedan dudas. Podría hacer varios posts sobre esto, pero como no quiero aburrir a nadie con algo tan tonto, lo resumiré en una frase: ten sentido común. Si vas a un país caro por bastante tiempo, procura llevarte ropa que abulte poco para poder llevar más. Si vas por poco tiempo, haz lo posible por no facturar maletas y llevar solo equipaje de cabina. Si tienes que facturar, haz lo posible por pagar el mínimo. Atiende a las condiciones de equipaje de la empresa que gestione tu vuelo, y al final te habrás ahorrado unas buenas pelillas.
jueves, 23 de mayo de 2019
Disney VS. Brazzers ¿1?
Esta publicación va a estar a medio camino entre la fedepataleta y la federilosofada. Fedepataleta, porque nace a medias entre frustraciones propias, lo admito; federilosofada, porque no sé cuál es la verdad real que puede hallarse tras estas palabras (o si existe tal, de hecho). Antes de empezar, quisiera dejar claro que, aquí, cuando hable de Disney me referiré concretamente al fenómeno del romanticismo comercial de nuestro tiempo, es decir, todo aquello que se le ha vendido a la población (especial, pero no exclusivamente, a las mujeres) como lo que es idealmente una relación esperable y deseable, "normal", incluso. Por el contrario, llamaré Brazzers a todo aquello que se le ha vendido a la población (y de nuevo, especial, pero no exclusivamente, a hombres) en relación a lo que es sexualmente esperable y deseable, idealizado en parte, y "normal" incluso.
Vamos con el meollo. De una forma muy simplista (mucho), se podría decir que el amor se divide en dos cosas cogidas de la mano, pero diferentes: la atracción biológica, y la atracción mental. La parte más biológica es bastante obvia: ella está buena, y te pone; él está bueno, y te pone. La parte mental es infinitamente más compleja por lo general, y lleva connotaciones que van desde el "me gusta tu manera de pensar y deseo compartir tiempo contigo", al "qué romántico eres, me haces sentir muy feliz a tu lado porque harías cualquier cosa por mí". No me voy a meter en si una cosa es más importante que otra, ya que tipos de relación hay tantos como garbanzos en un cocido, pero sí que me voy a meter a criticar algo que me toca bastante la moral desde que me ha cogido de cerca, y lo ilustraré con un ejemplo bastante gráfico. Un día estás con el Tinder (o similar), y te encuentras un perfil en el que pone algo, bastante frecuente, del estilo de "solo chicos detallistas, busco a mi príncipe azul ^^". Otro día, y de manera mucho menos frecuente, te encuentras otro mensajito del estilo de "si consumes pornografía, ni te molestes; porn kills love". Bueno... partiendo de la base de que cada cual tendrá su opinión, ¿a dónde quiero llegar? Pues como pone en el título, al Disney Vs. Brazzers. Resulta totalmente obvio (y quien me lo niegue es que no sabe ni dónde tiene la mano derecha) que en nuestra sociedad Disney está sembrado, es premiado y deseado; nos han vendido de tal manera que ser un novio (o novia, aquí veo necesario el lenguaje inclusivo) detallista es lo mejor de lo mejor, que cuesta hasta trabajo cuestionarse hasta qué punto puede ser eso cierto. Vamos, en lo personal, lo considero un adoctrinamiento al nivel de una religión, ya que resulta obvio que no todo el mundo tiene la capacidad para ser detallista o "Disney". Por el contrario, Brazzers está (casi) totalmente estigmatizado; todo lo que tenga que ver con sexo, exploración, pedir caprichos fuera de lo frecuente, etc., se mira bajo el filtro de la perversión o el fetichismo, y a menos que te cruces con una persona mínimamente inteligente, de estas que se atreven a cuestionarse las cosas, lo más normal es que te comas una mierda a nivel social (y no me refiero solo a dejarlo caer en el perfil de Tinder, eso ya es que actuaría de suicidio matcheador).
Vamos con otra vuelta de rosca. No estoy en la cabeza de todo bicho viviente ni me he parado a ver estudios al respecto (si es que los hay), pero creo que puedo afirmar sin miedo a equivocarme que, a nivel de tasas y mayorías, como puse más arriba, se nos ha vendido el Disney como algo propio de mujeres, mientras que el Brazzers es cosa de hombres. Lo sé, lo sé, también hay mujeres muy guarrillas y hombres muy romanticones, pero recalco lo de las mayorías y las tasas. A la hora de la verdad, claro, esto es todo un puro postureo, ya que no soy capaz de imaginarme a un grupo de amigas que no hablen de sexo, o a un grupo de amigos que no hablen de romanticismo y detalles de pareja (quizás algo menos frecuente esto último, pero también se da). A donde quiero ir a parar es al hecho de cómo están vistas estas dos corrientes de pensamiento, socialmente hablando. Imaginaos que una pareja de novios que conocéis corta un día; la causa, que uno de ellos era muy poco detallista o romántico. Ufff... dependerá de los ojos que miren, pero veo como muy probable que los amigos de la parte insatisfecha (sea ella, o él) piensen que el otro era lo peor, que no estaba dispuesto a sacrificar su tiempo, que su pareja no era para él (o ella) su prioridad, etc. ¿Qué pasaría, sin embargo, si el motivo de la ruptura fuese una cuestión de insatisfacción sexual? De nuevo, dependerá, pero me aventuro a decir que sería muy probable que se trate de echar tierra encima al asunto, ya que el insatisfecho no querrá quedar como un pervertido. Quizás se invente una excusa y su pareja no llegue ni a enterarse, o quizás corten por hastío porque "las cosas ya no son como al principio" y se acabe viendo hasta con humor y vergüenza ajena aquella relación, con el paso del tiempo.
Y voy con la última vuelta de rosca. Tras lo dicho hasta ahora, nos encontramos con la idea de que Disney está mejor visto que Brazzers. Y yo digo... ¿por qué? O sea, ya sabemos que Disney está, parcialmente, en nuestra naturaleza, ya que querer involucrarse en una relación es un mecanismo natural para crear un entorno sólido y estable, tanto para la reproducción, como para la protección del grupo. Pero añado yo... en los tiempos en los que corren, en el siglo con menos guerras y necesidades primarias de la historia, ¿qué hay de malo en admitir que el sexo PUEDA SER igual de importante? ¿Por qué una pareja insatisfecha puede quejarse de que su pareja no sea muy Disney, pero quejarse de que tu pareja no sea lo bastante Brazzers es caer en "lo mala que es la hipersexualización nacida del porno"? Ya que tú pides a tu pareja que te haga la cucharita por las noches, que te responda hasta el último mensaje lo antes posible, y que te digas cosas bonitas para lidiar con tu inseguridad, ¿qué hay de malo en aceptar (POR PONER EJEMPLOS QUE SE ME OCURREN, QUE OS VEO) que tu pareja necesite de una relación abierta, de un poliamor, o que le guste que te metas en un traje de cuero? Está claro que los cambios no ocurren de la noche a la mañana, y aunque en treinta años la sociedad ha pasado de "jeje... el otro día vi al chico del vecino con revistas guarras", a "casi todas las tías ver porno", sigue siendo un estigma a nivel social. No nos equivoquemos, aunque hay gente muy puritana por ahí, negarse a explorar la sexualidad está a día de hoy al nivel de salir del armario para un homosexual, o incluso más difícil según el caso, pues la homosexualidad se trata de integrar en la sociedad como bien vista de manera activa en el mundo civilizado. Dicen que lo que más buscan las mujeres en PornHub es la categoría "lesbian", pero a ver cuántas de vuestras novias están abiertas a montarse un trío. Alguna vez he leído que el orgasmo más potente que puede tener un hombre es el prostático, pero a ver cuántos heterosexuales se dejan dar por el culo por su pareja. Sin duda, algunos, de ambos bandos lo harán, pero ahora pensad a nivel de tasas. Pensad en cuñaos de taberna que se ríen entre ellos al hablar del vecino maricón (sí, ese que no es gay, pero que su señora le da con un arnés). Pensad en las segnorasque que critican a esa mujer que a los cuarenta no tiene hijos pero ha tenido decenas de amantes (a veces, más de uno a la vez). Pensad en... creo que la idea se debe entender ya bastante bien, y si no es así, bueno, lo siento, pero he ido escribiendo un poco sobre la marcha. Igual algún día me da por complementar un poco más este post, pues es un tema que me da mucha curiosidad.
sábado, 18 de mayo de 2019
miércoles, 15 de mayo de 2019
La filosofía del cuello de botella.
Por suerte y por desgracia, el bien y el mal no son cosas absolutas en esta vida, sino que se comportan como un espectro en nuestra población. Ya traté de expresar esta idea en una de mis publicaciones favoritas del blog, la de la población latente ( https://federicadas.blogspot.com/2018/08/la-poblacion-latente.html ), y es precisamente porque es una idea compleja a la par de importante que quiero darle un enfoque diferente, por la que me gusta llamar en mi cabeza, "la filosofía del cuello de botella".
La mayoría lo sabe: casi nadie es totalmente bueno; casi nadie es totalmente malo; todo está hecho por un conjunto de grises. En parte, esto viene por la educación, ya que nuestros padres y la propia sociedad nos enseñan a no ser un cabronazos egoístas y a pensar (incluso si es de vez en cuando) en el bien común. El voto del vecino vale igual que el mío, y el bienestar de su hijo es tan respetable como el tuyo, a menos que alguno de los implicados en estas ecuaciones resulte ser alguien que fastidia más de lo que aporta. Sí... en parte es por la educación... pero, ¿cuál es la otra parte? Seguro que si le das vueltas sacas más de una, pero creo que se puede resumir en una: el miedo a las represalias. Obviamente, si yo voy a una tienda y veo algo que me gusta, se espera de mí que pague por ello. ¿Por qué no lo cojo sin más? Pues porque es propiedad de otro, porque mis padres me han enseñado que cogerlo sin pagar es robar (y eso está mal), y porque si robo habrá represalias, ya sea una multa, o un merecido puñetazo en los dientes si el tendero tiene malas pulgas. De alguna manera, en la publicación sobre la población latente hice ya hincapié en el punto de la educación, así que aquí... quedaos con el otro punto, la importancia del miedo a las represalias.
¿Por qué es tan importante ese miedo a las represalias? Bueno, es bastante obvio que se encuentra en nuestra naturaleza. La presa huye del depredador si está hambriento... pero no lo provoca si no lo está. ¿Qué ocurriría si eliminásemos o, al menos, atenuásemos ese miedo a las represalias? Aquí es donde entra en juego la filosofía del cuello de botella, algo que se me ocurrió a lo largo de muchos minutos perdidos en la carretera como pasajero/copiloto de un coche ajeno. Poneos en situación: ciudad mediana o grande, hora punta, atasco de tres pares de narices, y estás intentando entrar en una avenida tipo travesía desde una vía de servicio con un "ceda el paso" más grande que una Catedral de Burgos. Seguro, puede que tengas suerte y alguien se apiade de ti para dejarte pasar (creedme, a veces pasa), pero... ¿es lo habitual? No, y punto. Una gran parte de la población, encontrándose en un estresante atasco, lo primero en lo que piensa es en un "no, este a mí no se me cuela, ¡por mis huevos que no!". ¿Qué es lo que hace especial esta circunstancia? ¿Por qué me fijé en un cuello de botella "carreteril" en lugar de en alguna otra circunstancia semejante? Por algo bastante sencillo: el anonimato que esta circunstancia otorga. Los coches tienen las lunas hechas de tal manera que no permiten ver de manera nítida desde fuera adentro, además de que las posibilidades de interactuar con alguien, incluso durante un atasco, son muy dificultosas además de efímeras (o sea, de segundos, y a gritos). Ese pensamiento del ciudadano medio, el de "este no se me cuela, por mis huevos", muy posiblemente nazca de la idea de toda una maraña de toxicidad, proveniente de esa protectora sensación que otorga el anonimato. Y no hablemos ya del típico que te pita en el semáforo si tardas más de medio segundo en arrancar...
Pero... ¿y si la cosa fuera ligeramente distinta? ¿Y si toda esta circunstancia ocurriera en la cola del supermercado, con posibilidad de hablar cara a cara, mano a mano, y con "miedo" a una posible represalia? Bueno, bien claro está que todos nos hemos cruzado con el típico imbécil que se cuela... pero, ¿a que no pasa tan a menudo como el que se intenta colar en una rotonda? Es más, imaginad que las tornas se vuelven, y que eres tú quien por algún motivo (prisa) NECESITA colarse en el supermercado. ¿No es cierto que con buena educación, no es descabellado pensar en que alguien te deje colarte? Y es que ahí es donde, para mí, radica la cuestión. En un "cuello de botella" (o sea, una situación con anonimato, como podría ser también un foro de Internet) se despersonaliza la situación, y se elimina uno de los dos factores que mantienen el orden y la ciudadanía a flor de piel: el miedo a una represalia. ¿Triste? Tela. ¿Cierto? Yo diría que sí.
sábado, 11 de mayo de 2019
¿Cuánto es correcto?
Me ha asaltado la cabeza una idea un tanto al azar, y como ando en un finde de reposo y no me apetece extenderme demasiado, la resumiré atacando dos puntos.
Todos hemos oído en este s.XXI, bajo la filosofía del respeto, esa máxima de que "hay que estar feliz con uno mismo", lo cual está muy bien. Es decir, si naces con una enfermedad congénita y jodida, si estás obeso (por enfermedad, o por decisión), si eres negro, chino, o pigmeo, si eres una persona antisocial... deberías poder ser feliz y que nadie te juzgue por cosas del estilo siempre que seas un ciudadano mínimamente respetable y no vayas jodiendo la marrana. Obviamente, no son cosas comparables de una manera absoluta, ya que no es lo mismo perder peso que vivir tratándote una enfermedad congénita, por no hablar de que (en principio...) no es posible cambiarse de raza, en caso de que te toque vivir en un entorno social racista, pero vamos, la idea se entiende. Hasta aquí bien, ¿no? Tolerancia y amor por el prójimo, todo muy bonito.
Vamos con la otra cara de la moneda. También hemos oído todos en este s.XXI, bajo la filosofía de la superación y el darlo todo, que no hay que conformarse con nada. ¿Estás obeso? Saca fuerzas, supérate, pierde peso y ponte cachas. ¿Eres solitario y antisocial? ¡Leches! ¡Saca pecho y adáptate, deja de comprar gatos o no conseguirás al mozo de tus sueños! ¿Te da miedo eso que tanto deseas? ¡El miedo es solo una barrera que te separa de las cosas buenas de la vida! No estoy diciendo ningún disparate, ¿verdad que estas cosas os suenan también? Por tocar el ejemplo más fácil y maleable de los que he dicho (y uno de los más polémicos entre tanto ofendidito), ¿dónde trazar la línea entre si una persona obesa debe aceptarse y amarse como es, o si lo que debe aceptar es que la obesidad es una enfermedad y que está en su mano el superarla con esfuerzo? La respuesta más lógica sería que cada persona traza la línea donde buenamente le permita su circunstancia y su subjetividad, pues no es igual de fácil para todo el mundo cogerse unas pesas y liarse a sudar y matarse a agujetas... pero entonces, ¿qué hacemos con la filosofía del trabajo duro? ¿Acaso no es factible para la persona más perezosa del mundo el superarse, ante la motivación adecuada?
Lo que decía al principio; una simple reflexión en voz alta.
viernes, 3 de mayo de 2019
Un buen día.
Pocas veces me veréis escribir algo como esto porque no es mi estilo, seré breve. Hoy he tenido un buen día, pues he hecho las paces con un trocito de mi pasado; era un trocito que no es que me impidiera dormir, pero lo tenía ahí, ahí, tañendo como una campana bien oxidada, jodida y pesada, que tan solo sonaba cada equis meses, muy de vez en cuando, pero sin falta. No me explayaré más: si tenéis la ocasión de hacer las paces con vuestro pasado, hacedlo, os sentiréis mejor.
miércoles, 1 de mayo de 2019
Consejos para ahorrar: 5, edición coche.
Ayer me tocó chuparme casi 7 horas de coche, y se me ocurrieron más de estas cositas para ser un poco más ahorrador sin llegar a rata:
1) La más obvia a la par que complicada, selecciona tu "gasolinera de confianza". Para un viaje será más complicado porque tienes que adaptarte al estado del depósito, pero para el día a día igual te renta hacerte un par de kilómetros en tu ciudad para racanearle unos euros a cada vez que tengas que repostar. Esto se aprende con experiencia y tiempo... el precio de la gasolina va cambiando con muchos factores en función del tiempo y el lugar.
2) Mima tu coche. Ten en cuenta que a menos que seas un tío muy espabilado capaz de revender tu coche en unas condiciones aceptables cuando quieras cambiarlo, cada vez que tengas que comprar uno nuevo supondrá un gasto bien gordo, que se traduce en un gasto mensual (o anual) a lo largo de la vida del coche. Cada año de más que te dure, será un dinero mejor invertido. Mirar el aceite, no maltratar el motor con acelerones, cambiar de marcha con suavidad... son todas cositas pequeñas que en el largo plazo tu bolsillo agradecerá.
3) Organiza bien tus rutas. Más allá del tiempo (que normalmente es más valioso que el dinero), un perderse en la autovía puede suponer tragarte como 30km extra de ida y vuelta para un cambio de sentido, con el consecuente gasto de combustible. Como suele ocurrir, por una vez no pasa nada, pero si vas living the vida loca y lo conviertes en una costumbre, en pocos viajes te habrás comido un depósito de más, que a la larga es tiempo y dinero que podrías haber ahorrado con una visita rápida al GPS.
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