Hoy os traigo un tema polémico, del que no tengo un gran conocimiento como para dar una opinión sólida, pero sí como para posicionarme al menos un poco. Todos lo hemos visto alguna vez: docenas y centenares de publicaciones, de la tele o de pancartas publicitarias, sobre niños de África con estómagos hinchados, madres y abuelas llorando, y hombres adultos explotados en minas, o muertos por tal o cual causa, todo ello relacionado por lo que no deja de ser una crisis global que afecta a lo que conocemos como “el tercer mundo”. Como no quiero aburrir a nadie, voy a ceñirme a las dos cosas que me han animado a escribir estas líneas.
Hace unas semanas conocí a un chaval cuanto menos interesante (por respeto, omitiré su identidad): era listo, con las ideas claras, formado académicamente y nativo de Ghana (vamos, que es bien negro). Estuvimos un rato hablando sobre este tema, del cual, obviamente, tenía él mucha más información útil que yo, y aunque su opinión era un poco más cruda que la mía, no pude sino empatizar con una buena parte de lo que me contó. Por resumir, él no se opone a la inmigración hacia los países desarrollados, pero sí que me dijo que la vida en Ghana, si bien dura, no es tan extrema como se pinta en las típicas noticias. En otras palabras (las suyas): quien esté dispuesto a trabajar en Ghana puede hacerlo, y tiene la opción de ganarse la vida e incluso de triunfar si se esfuerza lo suficiente. Según él, paradójicamente, los que se van de allí para buscar bienestar y fortuna en países desarrollados tienden a ser al mismo tiempo los más arrojados pero también de los más perezosos, pues pocos son los que después de haber pasado por la ardua tarea de la inmigración (que suele ser ilegal) se buscan la manera de trabajar duro para ganarse la vida de forma honrada (ojo, que también los hay que lo hacen, no lo niego), de modo que su opinión era la de que no habría que tener miramientos con aquellos que no tengan la mente puesta en buscar esforzarse un mínimo, y habría que devolverlos a su país de origen. No entraré en más detalles sobre las dificultades que esto supone, pues daría para otra publicación, de modo que solo añadiré que, (y ya me repito) en sus palabras, no le ve ninguna clase de sentido a emigrar de un país en el que hacían el vago, para irse a otro a hacer también el vago. ¿Qué puedo decir? No seré yo quien diga si este “colectivo de vagos” es un 1%, un 10%, o un 50% de los inmigrantes porque no lo sé, pero no puedo sino darle la razón en esa premisa. Tema aparte, claro, son esas políticas de comodidad y ayuda a los inmigrantes sobre las que hay mucha controversia, de las que no sé casi nada al respecto y sobre las que, por lo tanto, no voy a opinar.
El segundo punto, que nace del primero. Es un poco más constructivo, y también hablé de él con el chaval que comenté antes. ¿Qué se puede hacer entonces para ayudar a esta clase de países? Aunque no es santo de mi devoción (es muy sensacionalista), el siguiente vídeo da un resumen bastante adecuado. No os digo que lo toméis al pie de la letra, pero merece la pena el mensaje que se extrae de él:
En resumen: si “ayudas” a un país sacando de él a su propia élite, formándola, y reteniéndola en un país desarrollado, obviamente estás ayudando a ese país, sino a esa persona. La manera de ayudar sería la de formar a esa élite y persuadirla para que vuelva a su país, de manera que pueda emplear los conocimientos adquiridos para ayudar a su país DESDE su país, empleando sus propios recursos (que los tienen, solo que pisoteados y mal aprovechados a partes iguales). Claro está que esto no es algo fácil o seductor para un político de nuestro tiempo, ya que se trata de una acción altruista que no reporta beneficio al país inversor más allá de la satisfacción de haber obrado bien… pero bueno, aquí no voy a hablar sobre principios morales, sino sobre algo práctico.
Como se suele decir en esta clase de cosas, el "take home message" sería que las ayudas al tercer mundo son buenas y necesarias, pero la inversión en la formación de sus habitantes puede llegar a ser infinitamente mejor. Mandar voluntarios y misioneros para aplicar tratamientos a enfermedades está muy bien, pero sería mucho mejor enseñarles cómo producir sus propios médicos que sepan tratar. Mandar comida y ropa está muy bien, es deseable, pero es muchísimo mejor formar a un nativo para que sepa cómo optimizar la producción de una plantación, o cómo crear un sistema de producción que no se haya visto jamás por allí por simple ignorancia. No quiero ni acordarme de una noticia que vi hace unas semanas, sobre unos fanáticos indios cargándose todo un campo de paneles solares porque "iban en contra de su dios". Lo de siempre... SIEMPRE es lo de siempre...
¡Ah! Unas últimas líneas antes de irme: aunque la opinión de este colega que os comento me pareció muy valiosa, quisiera recordar que Ghana es solo un país de África, y no de los que están peor de peor. No quiero decir con esto que lo aquí escrito no sea aplicable a otros sitios aún más desfavorecidos, pero sí que todo tiene su contexto.