Raro será el que no haya vivido esta circunstancia: vas por la calle, por un lugar que está poco transitado; te cruzas con una persona de aspecto tirando a mugroso (normalmente un tío relativamente joven, pero no tiene por qué ser así), y después de mirarte un par de segundos, te para con una frase que tiene muchas variantes: "¿tienes un cigarro?". A veces te lo piden por favor, a veces no; a veces te piden fuego, a veces el cigarro; el caso es que si eres fumador, igual le dirás que no, o igual le dirás que sí. Si no eres fumador, pues le dirás un "lo siento, no fumo". Si tienes suerte, esa persona con la que te has cruzado será solo un adicto al tabaco más, que ha tenido un poquito de cara dura al pedirte algo por la calle... bueno, no es muy grave. Pero, ¿qué pasa si no has tenido suerte? Pues que no será solo eso, sino que después del cigarro, vendrá el "¿y un euro?". Dicho de otra manera, lo que te dijo antes era solo una excusa para pararte y para poder sacarte lo que buenamente pueda. Algunos se reirán al leer estas primeras líneas... a mí me hierve la sangre cosa mala, y a continuación voy a explicar por qué.
El personajucho que recurre a tamaña artimaña, más vieja que el cagar, no es más que un pícaro más. En una mayor o menor medida (y estas últimas palabras son importantes), su filosofía de vida se basa en el "voy a intentarlo, a ver si cuela", ya que para él no eres más que un dispensador de caprichos o, si tienes muy mala suerte, puede que incluso una víctima de atraco, ya que puede que vaya a más. Este personajucho ha sido malenseñado por sus vivencias a estudiar a su presa, a ver si hay duda en sus ojos o en sus manos, a ver si la presa se siente asaltada, molesta o contrariada, o si su presa tiene fuerza de carácter como para darle la vuelta a la situación. Ni que decir tiene que si después de pedirte el euro, se lo das, igual te pedirá algo más... y más... y más, ya que ese es un buen pedazo de su estilo de vida, es lo que se les da bien. Lo peor de todo es que si respondes con contundencia (es decir, con algo más que un firme "no"), es posible que se te revuelva y te diga algo como "joder, solo era un euro", y lo peor de todo es que hasta lleva razón, ya que es una estrategia de rapiña la mar de astuta, si bien ruin. El personajucho en cuestión muy probablemente le irá pidiendo un euro a todo el que pille, y quizás al cabo de unas semanas haya pedido muchos "un euro", que acabarán siendo cientos o miles en equis tiempo. ¿Qué pasa? Pues que eso no lo sabe nadie más que él mismo. Si le pidiera cien euros a alguien por la calle se reirían en su cara, pero como lo va esparciendo por toda la sociedad que le rodea, pasa desapercibido. ¿Por qué me cabrea tanto una cosa tan tonta?, dirán algunos. Pues porque no deja de ser un tipo de atraco a muy pequeña escala. Si tienes bombas, coches, y una banda de ladrones entrenados para hacer un atraco bien hecho, no pillarás a un transeúnte por la calle, te irás a asaltar un banco. Si todo lo que tienes son dientes podridos y mala cara... pues te tienes que conformar con rapiñar así, pero no por ello deja de ser grave. Sin embargo, no es mi objetivo aquí criticar a un ratero de barrio, sino la filosofía de vida en sí, que es a lo que voy a continuación.
Así pues, tenemos un estilo de vida que se basa en apretar las tuercas al que tienes enfrente con un nivel elevado de discreción. Le sacas unas uñas de plástico para incomodarlo, y aunque muchas veces no te servirá de nada, pocas veces correrás un riesgo suficiente como para que te lleves un disgusto y dejes de hacerlo. Esto, sin lugar a dudas, y por repugnante que resulte en una sociedad mínimamente civilizada, es algo que está en la naturaleza, es en lo que se basan las relaciones de dominancia, e incluso los cortejos. Pero claro, es obvio que no es lo mismo sacar esas "uñas de plástico" para rapiñar un euro cada pocas horas, que sacar una "lengua de plástico" para seducir a una moza (o mozo) y llevársela al huerto (aunque personalmente, debo decir que a mí también me parece horrible). Es más, hay gente que se gana la vida de una manera casi honrada con este mismo estilo de vida... ¿os suena la profesión del comercial, o la figura del agente de marketing? No dejan de ser lo mismo, tirar una caña muy bien diseñada, y ver quién pica, lograr que alguien compre algo que no necesita a base de envolverlo en uñas, lengua, o papel de plástico. Bonito, pero de plástico. No voy a ser yo el criajo llorica que os diga que está mal hacer estas cosas porque a mí me sienten mal, toda la naturaleza lo lleva a cabo, pero sí que me voy a permitir decir que en el punto medio está la virtud: no es lo mismo tirar una caña alguna que otra vez, de una manera discreta y (dentro de lo posible) no dañina, que convertirlo en una costumbre del día a día y acabar convirtiéndote en un ratero y un abusón. Dicho de otra manera: si NECESITAS algo, adelante, tira la caña, a ver si cuela; si NO NECESITAS algo... no te conviertas en un hijo de puta molesto, por favor. El mundo sería muchísimo mejor para todos si no hubiese hijos de puta molestos.